18 marzo 2008

Arquitectura y las artes

La relación entre las artes arquitectónicas y las artes libres [escultura y pintura, fundamentalmente] siempre ha estado muy presente, muy palpable a lo largo de la historia. La retroalimentación es constante, rica, inevitable, indispensable, natural y evidente. Un continuo trasvase de contenidos, de herramientas, de discursos.

La arquitectura, como el resto de disciplinas artísticas, a través de sus obras, a través de sus sensibilidades nos ha materializado las distintas maneras en las que el hombre se ha relacionado con el espacio y el tiempo en su época. La arquitectura y el arte se relacionan, de igual manera que la ciencia y la técnica se unen con la arquitectura. La recíproca contaminación con la pintura y la escultura es la más patente. Y quizás la escultura sea la disciplina más cercana desde el punto material, tectónico. Desde que el espacio es esculpido, desde que la luz es el alma.

La arquitectura estaba considerada dentro de las Artes en la época clásica. Las exigencias de un uso, la necesidad de dar respuestas a problemas sociales, la responsabilidad de posguerra de reconstruir ciudades, revalorizarlas, revitalizar sociedades deprimidas, etc. conllevó un progresivo alejamiento de la arquitectura del resto de artes. La distancia aumentó con el Movimiento Moderno.

Son muchos los escultores cuya obra se ha desarrollado y adquiere su máxima expresión en el espacio público. Esa relación entre escultura y ciudad, la necesidad de integrarse en un entorno y las formas constantes cambiantes según el punto de vista y la luz del día. Otros cuyas creaciones esculpen espacios que la arquitectura toma como base fundamental para sus concepciones más contemporáneas. Jorge Oteiza, Pablo Palazuelo, Richard Serra y Eduardo Chillida son algunos de los ejemplos.

En nuestro país tenemos algunos arquitectos que compaginan diversas disciplinas artísticas simultáneamente, como Óscar Tusquets y Juan Navarro Baldeweg.

En alguna ocasión Oscar Tusquets se ha definido como arquitecto por formación, diseñador por vocación, pintor por inclinación y escritor por obligación. Como pintor reproduce la vida cotidiana en una atmósfera íntima.

Siempre ha defendido al arte figurativo frente a las corrientes del arte del siglo XX, que critica por intelectualizadas y abstractas, por alejadas de la gente. En el arte no figurativo no consigo encontrar, por mucho que me esfuerce, el amor, el sexo, el pecado, la divinidad, la amistad, el paso del tiempo, la muerte, el humor, los recuerdos fugaces.
Para Tusquets la pintura es un lenguaje universal que nos acerca a la vida.

Navarro Baldeweg, arquitecto, pintor y escultor tiene otra visión distinta.

El artista debe hacer de todo, probar de todo, como Leonardo da Vinci; trabajar en una máquina, observarla, construir con la mano, ponerla en funcionamiento es similar a mezclar los colores. En todo eso hay un eclecticismo natural, y yo soy ecléctico. En la arquitectura no se puede ser ecléctico con la misma facilidad. En pintura cambias mucho más rápido. En 10 años, he hecho muchísimas cosas distintas en pintura, pero en arquitectura no, los procesos son mucho más lentos, hay mucha más gente implicada...

He sido siempre más íntimamente pintor. Desde niño. La pintura nunca la he podido abandonar, pero eso ha sido una gran felicidad para mí. En la arquitectura juegan muchas cosas, es como dirigir una película, hay alguien que pone el dinero, alguien que hace el proyecto, alguien que lo construye… En la pintura no. Estás tú solo. La responsabilidad es sólo tuya, igual que el fracaso. La arquitectura nace de la concepción. Es un arte preestablecido, preconcebido, que requiere mucha experiencia. También hay un contenido y un argumento, que es el uso de ese espacio. Pero entran otros elementos: la gravedad, la luz, el campo óptico, la expresividad manual. Hay edificios en los que el cuerpo se proyecta. Hay algo extraordinario en la arquitectura, el momento en que comienza la construcción genera una adrenalina incomparable con nada. Es un arte para el cuerpo. La hacemos para vivir, para estar. Los edificios deben, probablemente, provocar más sensaciones dentro que fuera. Hay que buscar cada vez más la invisibilidad, la arquitectura debería ser imperceptible, como un coche, que te debe proporcionar seguridad y sensaciones por dentro, no por fuera. Ante todo, ser cómodo.

Mi obra creo que no tiene argumento. Tiene contenidos, problemas. Planteo una investigación en cada obra, un deseo también, una manera de expresión. Puro suspense. El arte tiene mucho de eso, no sabes nunca hasta dónde puedes llegar. Mis cuadros son una exploración, ocurren siempre cosas imprevistas. Lo que no busco es que sea conceptual, el mismo planteamiento de las series niega eso. Yo creo en el misterio, creo que el arte tiene razón de ser porque hay zonas inaccesibles.

Para mí, un cuadro está lleno de actitudes, de representaciones subyacentes. Me interesa el arte así, los artistas libres y los que se acercan a la realidad desde extremos opuestos, como Picasso y Brancusi, por ejemplo. Creo en los artistas que recorren territorios y descubren cosas aquí y allá frente al artista más obcecado. El artista es aquél que siempre está hablando de estar corporalmente en el mundo. Al final creo que el arte debe ser ante todo realista, construir sobre cosas ya organizadas, reconstruir, reelaborar, reciclar. Debemos dejarnos impresionar más por la realidad. El arte es una celebración de la vida que es, a fin de cuentas, lo único que tenemos. Esta celebración es lo que une en mí al pintor, al escultor y al arquitecto.

A diferencia de la pintura, la escultura siempre ha estado más distante de mi cuerpo, ha sido más conceptual, como si mi mente estuviera alejada. Mi relación con la pintura está vinculada a la alegría de vivir, de estar en el mundo, de experimentar la luz, la vista. Lo más interesante de mi vida es haber extremado las distancias entre las tres artes que he practicado. El espacio imaginario es el que ha creado un diálogo entre ellas. La luz es fundamental, es lo que une los tres géneros artísticos. Las tres artes no deben aproximarse, son actividades muy distintas, invasoras, se pelean entre ellas.