17 diciembre 2009

Don de la materia



Entre la tiniebla densa



el mundo era negro: nada.



Cuando de un brusco tirón



—forma recta, curva forma—



le saca a vivir la llama.



Cristal, roble, iluminados,



¡qué alegría de ser tienen,



en luz, en líneas, ser



en brillo y veta vivientes!



Cuando la llama se apaga,



fugitivas realidades,



esa forma, aquel color,



se escapan.



¿Viven aquí o en la duda?



Sube lenta una nostalgia



no de luna, no de amor,



no de infinito. Nostalgia



de un jarrón sobre una mesa.



¿Están?



Yo busco por donde estaban.



Desbrozadora de sombras



tantea la mano. A oscuras



vagas huellas, sigue el ansia.



De pronto, como una llama



sube una alegría altísima



de lo negro: la luz del tacto.



Llegó al mundo de lo cierto.



Toca el cristal, frío, duro,



toca la madera, áspera.



¡Están!



La sorda vida perfecta,



sin color, se me confirma,



segura, sin luz, la siento:



realidad profunda, masa.

[Poema: 'Don de la materia', de Pedro Salinas]