08 marzo 2011

Suena el silbato de vapor - 12



mis canciones
encontradas y recibidas
como esferas cuestabajo
llegan y siguen
ruedan y ruedan por dentro

reales y bellas
dan paz y tiemblan
como la llama
que me prende
de amor
temor
belleza que embelesa
revive y abrasa
hasta matar
y siempre me atrae
de alma, corazón, cabeza

[fuego]

ellas
yo no
vienen
acarician mi aire

son ellas
las que me escuchan
y se encienden
con mil bolas de luz
naranjas
en mil ventanas con alas
azules

y arden de sed
y calman el hambre

se clavan en mi arena y juegan
con las olas
remolinos de la leche lunar

y nado en la densidad
soy gelatina y cristal
tinaja y arcilla
mis manos, mi torno
mi creatividad
mi molde

fertilidad brutal
desquiciada en el vértigo
de mi vacío
pico y valle, cauce y río
mi lengua de roca impasible

emoción flotando de sosiego
nervio de mi vientre al que me entrego
el ojo que mira a la bestia
que abriga lo que nunca se agota

[combustible]

Prodigiosa blasfemia



¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.

Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.

Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.

Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.

Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.

[Mario Benedetti]