¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me dirás que te amo? Esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba...
[...]
Espero curarme de ti en unos días.
Debo dejar de fumarte
de beberte
de pensarte.
Es posible siguiendo las prescripciones
de la moral en turno.
Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana?
No es mucho, ni es poco, es bastante.
En una semana se pueden reunir todas las palabras de amor
que se han pronunciado sobre la tierra
y se les puede prender fuego.
Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado.
Y también el silencio.
Porque las mejores palabras del amor están
entre dos gentes que no se dicen nada.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama.
(Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo:
"qué calor hace", "dame agua", "¿sabes manejar?,"se hizo de noche"...
Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías,
te he dicho "ya es tarde", y tú sabías que decía "te quiero".)
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo.
Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú quieras:
guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura.
No sirve, es cierto.
Sólo quiero una semana para entender las cosas.
Porque esto es muy parecido
a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.
[Jaime Sabines]