15 julio 2010

El rescate



Desde la plaza de armas de un lugar cualquiera
te escribo una carta para que tú sepas lo que ya sabías
aunque no lo dijeras.
Espero que llegue a tus manos y que no la devuelvas.
que pagues el rescate que abajo te indico.
Yo tampoco me explico por qué no acudí antes a ti.
Pero nadie puede salvarme, nadie sabe lo que sabes y tampoco
entregarían lo que vale mi rescate.
No hay dinero, ni castillos, ni avales,
ni talonarios, no hay en este mundo,
aunque parezca absurdo,
ni en planetas por descubrir, lo que aquí te pido.
Y no te obligo a nada que no quieras.
Las fuerzas me fallan, mis piernas no responden.
Te conocen pero no llegan a tí.
Decidí por eso mismo, un mecanismo de defensa.
Presa como está mi alma, con la calma suficiente,
ser más fuerte y enfrentarme cuanto antes a la verdad,
sin dudar un segundo lo asumo.
Sólo tú puedes pagar el rescate.
Devuélveme el amor que me arrebataste,
o entregaselo, lo mismo me da, al abajo firmante,
pues no hay en este mundo,
aunque parezca absurdo,
ni en planetas por descubrir,
lo que aquí te pido.
Y no te obligo a nada que no quieras.
Las fuerzas me fallan, mis piernas no responden.
Te conocen pero no llegan a ti.
Y no te obligo a nada que no quieras.
Las fuerzas me fallan, mis piernas no responden.
Te conocen pero no llegan a ti.

[Enrique Bunbury - El rescate]