18 noviembre 2007

Urbanismo salvaje

Los redactores de la web de El País ha realizado un magnífico gráfico que ilustra el pésimo panorama urbanístico actual en España.

Próximamente, actualizaré la entrada con el tema de El Pocero.

15 noviembre 2007

Recorriendo tus dedos con mi cuerpo


No hablaremos de eso,
no hablaremos de nada.

El cielo descarnado,
una última mirada...

Biología pura y metafísica.
Una habla y otra actúa,
se conocen pero nunca se han visto la cara.
Rumbos parecidos, intereses separados.

Pulsos convertidos en intentos reprimidos.
Dios ha muerto y ha nacido un rey
creado en un laboratorio.

Ayer no tuve tiempo
para hablarte susurrando
y conseguir que sonrieras
aunque fuera un rato
porque estaba tan ocupado
viendo la tele algún anuncio tan bien realizado...
Tú estabas tan triste, yo despistado...

Nunca he permitido que pararas,
siempre corriendo,
acelerando nuestro amor
en movimiento,
recorriendo tus dedos con mi cuerpo...
tanta saliva, tanta comida...
y sigo sonriendo...

Nunca tendré bastante.
Segrego demasiada adrenalina

La comida para ser un ser humano sano.
La bebida para reponer el mar.
Y si no puedo sobar, minimizo mi consumo
y dejo de sentir lo que hace en mi lo que soy

Mientras te dormías, te miraba irte
y preparaba canciones para el tiempo y la distancia

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'Santadrenalina', Piratas

Duerme que yo haré que sueñes bien, mi amor...


Me miras con las manos escondidas en la mesa
y piensas '¿qué dirá?'

Piensas que estás muerto,
que no existe ni un momento para descansar.

Yo no insistiré
quizás esté asustado

Creo que podría liberar este dolor.
Lamento no entender
Creo que podría liberar este dolor.

Nunca ha estado claro
de qué estado te lamentas cuando estás así.

Piensas que la risa
no consigue amortiguarme lo que tengo aquí.

Yo no intentaré
saber que está pasando.
Sólo trataré hacerte ver
que este dolor se irá cuando te duermas.
Duerme que yo haré que sueñes bien, mi amor...

Lamento no entender...
Creo que podría liberar este dolor...

Duerme que yo haré que sueñes bien, mi amor...

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'Cuando te duermas', Piratas

Un final calmado y urgente... llorar no sirve de nada


Estoy sentado escuchando las olas, los contrabandistas...
No hay lunas que buscar, el cielo está lleno de metal...
Estoy sentado escuchando a la gente, los telediarios...
No hay nada que probar, después del principio está el final...

Espacio denso y desigual
Continuo presente
Eterno momento impertinente
Luces viejas que recuerdan
Que esto es más pequeño
que llorar no sirve de nada

Estoy tumbado mirando a la gente, los decepcionados...
No hay nada que cantar, por mucho que diga "siempre igual"...

Espacio denso y desigual
Continuo presente
Eterno momento impertinente
Luces viejas que recuerdan
Que esto es más pequeño que llorar,
No sirve de nada

Más despistada
Que un final calmado y urgente
Inmenso segundo dulce intermitente
Que demuestra que esto es más pequeño
que llorar no sirve de nada
Quizás mañana
Vas preparada...

Espacio denso y desigual
Continuo presente
Eterno momento impertinente
Luces viejas que recuerdan
Que esto es más pequeño
que llorar no sirve de nada
Quizás mañana
Vas preparada...

____________________
'Espacio denso', Piratas

Aeorpuertos... Casi como yo


estoy intentado encontrar las palabras
que te cuenten lo que me pasa
cada vez que lo escucho
cuando las encuentre
serán todas tuyas
casi como yo.....
casi como yo.....
impotencia, ansiedad, melancolía
enojo, desconcierto, deseo, intensidad
me paso el día sintiendo los aeropuertos...

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'Ansiedad', Piratas

Espectáculo... futuro... suerte


Hoy tu risa fue espectáculo
las luces de feria se quedan de piedra
al notar que hoy tu sonrisa fue espectáculo
algunas palabras se quedan calladas
al sonar tus carcajadas

Si mueves el aire es espectáculo
incendias mi ropa con canciones que rebotan...

Sí, eres espectáculo
espectáculo
y tú, ni siquiera, lo llegas a notar...

Si dices mi nombre es espectáculo
y me tiemblan las entrañas
y se aprietan las paredes de este mundo

Sentí tu esqueleto susurrándome
que me quisiste cada día
que rompimos las barreras del sonido
comiéndonos la boca
diciendo que el futuro
solamente podría convertirse en nuestra suerte...

Sí, eres espectáculo
espectáculo
y tú, ni siquiera, lo llegas a notar...

Eres espectáculo
espectáculo...

y rompimos las barreras del futuro
besándonos la cara
sabiendo que mañana
solamente querremos distanciarnos de la gente...

Sí, eres espectáculo espectáculo
y tú, ni siquiera, lo llegas a notar...

Eres espectáculo
espectáculo...
y tú, ni siquiera, lo llegas a notar...
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'Espectáculo' - Iván Ferreiro

12 noviembre 2007

'Tan lejos, tan cerca', de 'Lugares', Jorge Benavides Solís

Se desarrolla, tal y como el título nos anticipa, en torno al mar de sentimientos que afloran en el autor entre la filia y la fobia, pendularmente, de un extremo a otro, a su llegada a un país que visitaba por primera vez: Estados Unidos.

Un país cargado de antagonismo en todo lo que se le atribuye, todo lo que representa, todo lo que proyecta, todo lo que le define: tan superficial por su mentalidad y complejo por multirracial y multiétnico, tan rico y tecnológicamente avanzado y la vez tan parco en relaciones no sujetas al beneficio económico propio, tan moderno y pionero en centros de educación y cultura y tan inmaduro y egocéntrico a la hora de exponerlos a la luz pública ,…es un niñato hermético, prepotente y repelente al mando del mundo.

Actualmente, el país anglosajón se mueve entre la desconfianza y la venganza, refugiándose en una actitud de ‘yo soy el salvador, yo abogo por la paz mundial, pero como yo soy el poderoso, pues yo impongo la paz que me interesa’, ignorando todo tipo de propuestas conciliadores de los países europeos de más peso específico dentro del panorama político, económico y militar, como Francia y Alemania. El estado norteamericano siempre se ha movido por intereses económicos, relacionados con el oro negro, y dictando sus propias normas, ajenas a los acuerdos establecidos por los países integrantes de la O. N. U., obteniendo la alianza con países de manera chantajista y aprovechada, ya que se vale de los inútiles y acomplejados gobernantes de dichos estados cómplices para justificar ,en su apoyo, una actitud mayoritariamente vista como unilateral y desproporcionada por parte de los países más influyentes en el panorama internacional.

Por lo tanto, se trata de un libro que gira en torno a un tema de rabiante actualidad, analizando el recibimiento hostil, el encuentro con el paisaje urbano abrumador y desolador tan típico americano, las aspiraciones del estadounidense medio, cómo ha sido el desarrollo y la consolidación de las múltiples étnias que conforman la variopinta sociedad del país, sus complejos, sus prejuicios, sus valores, sus costumbres, sus virtudes,…desde un punto de vista económico, cultural, social y, cómo no, arquitectónico. Y todo ello, a la manera hispana, por las continuas referencias que hace a la cultura homónima para contrastar los principales rasgos de la vida norteamericana. Esto se ve enfatizado por la grata sorpresa que se llevó por la excepcional acogida que tuvo el entorno de amistades de su amigo norteamericano Neil, que hizo las veces de cicerone durante su estancia en EE. UU., ya que se palpa latente el miedo en la sociedad. Miedo a nuevos ataques extranjeros tras los atentados a las Torres Gemelas, y por ello, la actitud arisca, el rechazo a todo foráneo de rasgos no anglos. Es por lo que cabe destacar esa hospitalidad con un hispano que sólo viene de visita.

El autor del libro, ecuatoriano, tuvo una llegada familiar a norteamérica, proporcionada por un ambiente densamente húmedo tan usual en su tierra de origen, pero esa grata bienvenida pronto se vio atormentada por la típica segregación practicada por las autoridades en los aeropuertos de Estados Unidos. Es una de las secuelas de los atentados en el corazón de World Trade Center: el temor hacia aquel que procedente de otro país. El terror clavado en las mentes americanas. Un acto más del que, creo, es uno de los países más xenófobos y racistas, en contra de lo que constata Jorge Benavides en este libro, justificando esta aparente xenofobia con la actitud del Sistema-Estado, que sólo busca homogeneidad económica. El estadounidense sólo se relacionará de buena manera con sus semejantes económicos; es decir, aquella persona con iguales oportunidades de consumo, con igual status social. ¿No es eso xenofobia? La xenofobia es rechazo, miedo a lo ajeno, a lo que se identifique dentro de lo que se considera propio, dentro de un determinado círculo perfectamente delimitado. Si eres igual que yo te acepto, si no, no. Eso proclama el Estado norteamericano. Un Estado de tradición xenófoba. El hecho de que convivan (de manera más o menos conflictiva y con gran dependencia de la clase social en que se mueva cada uno) múltiples razas y culturas no significa que lo hagan aportando riqueza, reciprocidad y armonía social, ya que lo que emana de la cultura americana es justamente lo contrario: individualismo por encima del colectivo y relaciones sólo sustentadas por intereses económicos. Así, volvemos otra vez a lo mismo: si no tienes mis posibilidades de consumo, te desprecio (o no me relaciono contigo).

Esta segregación se ve acentuada mediante términos impuestos por los anglos (blanco, angloparlante y protestante) para referirse a determinadas étnias o grupos sociales consolidados con identidad propia, con características comunes (procedencia, idioma, cultura, costumbres, etc.) que los distinguen ante el resto de la sociedad, tal y como se destaca en el libro, y que tienen que aceptar de manera más o menos agradable estos mismos grupos raciales.

Una vez más, la actitud xenófoba propia del que se siente totalmente estadounidense, rechazando a la persona que quiere buscar su futuro en el país norteamericano. A pesar de las dificultades, veinte millones de personas reconocidas por el Estado con la nacionalidad estadounidense están, de una manera más o menos consolidada, integradas en la sociedad del país, manteniendo o no sus costumbres y renegando, de alguna manera, a su origen en pos de un futuro halagüeño. De esta manera, y a pesar de todos los impedimentos, se configura una sociedad cada vez más rica y variopinta, promoviéndose el mestizaje de culturas, pero claro, según dicten los intereses individuales de los estadounidenses anglos.

Es bastante triste, pero es así. Tal y como refleja en su obra el autor, la individualidad prevalece frente a la colectividad en la sociedad americana. De hecho, el término sociedad no refleja ningún ente que haga referencia al conjunto de personas, ya que no existe este concepto en el sentido colectivo. Todo es competencia, rivalidad (no tan sana) entre las personas para alcanzar las más altas metas en todos los ámbitos de la vida, reforzándose así el aislamiento del individuo, que ya sólo busca la satisfacción y el ocio individualmente, defendiendo por todos los medios su territorio, todo lo que tiene y frente al vecino. Actitud egoísta que sólo siembra miedos, prejuicios, odios y que los pocos logros que se obtengan no se puedan celebrar más que rodeado de unos pocos familiares, ya que la amistad tampoco es un valor que se cultive en la cultura de los Estados Unidos.

Lo poco bueno que tiene la vida en el país anglosajón proviene de su condición de país más rico del mundo: grandes avances tecnológicos que conllevan a poseer la mejor red de centros de información, de conocimiento, de investigación… o lo que es lo mismo, tener los mejores museos, centros de ocio, centros culturales, bibliotecas, centros de educación, infraestructuras, comunicaciones, etc.

Extrapolando al tema que nos concierne lo que dice un amigo mío ‘Estudiar y aprobar no tiene mérito. El verdadero mérito está en aprobar sin estudiar’, el hecho de que Estados Unidos tenga los mejores recursos y posibilidades de desarrollo en todos los aspectos, no hace que los vea como el país referencia y ejemplo a seguir, ya que siempre antepondrán sus propios intereses de manera descarada y premeditada, sin pudor, sin nada que ocultar, con la típica actitud chulesca de aquel que se ve superior y que puede hacer lo que le venga en gana porque casi todos dependen exclusivamente del ritmo al que ellos bailen el mercado.

Mi admiración la proyecto hacia aquellos países que con pocos o grandes recursos buscan el desarrollo propio y la cooperación con los demás estados, con el fin de una mayor igualdad de riquezas, condonando deudas y erradicando enfermedades, guerras y faltas de alimentación, higiene y sanidad.

Por desgracia, esta admiración mía se proyecta muy poco, en ocasiones muy puntuales, y no a unos países determinados. Suelen ser a determinadas personas que sacrifican su vida por la de los demás.

Estados Unidos es el país más rico y poderoso de la Tierra. Dicta las normas. El resto de países es el reflejo de todo lo que en norteamérica se amasa. Por eso, todo va así de bien.

Y es que estos norteamericanos no siempre saben invertir bien el dinero. Raramente, más bien. Ciñéndonos sólo en las demandas urbanas, mencionar el desangelado aspecto de las ciudades. No tienen encanto, su trama urbana son fruto de una racionalidad desmedida, deshumanizada, y que, como bien se indica en el libro al que hago mención, no son fruto del palimsepto histórico, no son estratos originados por la huella del hombre que por superposición van conformando una determinada organización urbana y social. Las calles no hacen la más mínima referencia al origen que sí se manifiesta en las europeas y sudamericanas: el encuentro entre personas en el ámbito público. Están trazadas con una geometría agresiva por antinatural y están enfocadas sólo y exclusivamente para el disfrute a través del automóvil. Las ciudades están de una manera sangrante atravesadas por autopistas. La arquitectura y la publicidad giran en torno al automóvil, creando símbolos y mensajes para la carretera.

La vida norteamericana gira en torno al automóvil. Una de las partes más importantes de la casa es el garaje. El coche tiene más valor incluso que la propia casa, que abandonará toda familia media americana en apenas un lustro. No hay tradición hogareña, la casa no es testigo del paso de generaciones de una misma familia, ni siquiera de una generación entera, ya que se destruirá para hacerse otra casa nueva para la familia que venga a vivir en la misma parcela. Así, el coche es más hogar que el propio objeto arquitectónico surgido en todas las culturas para tal función. Es por eso que la familia estadounidense está tan poco unida, con pocos lazos afectivos entre sus miembros. Como se dice en el libro, la familia es como la sociedad, pero a menor escala: un conjunto de individuos con intereses comunes.

Refrendado por amistades que estudiaron varios años en ese país, me asquea que la única manera de relación social acontezca en los centros comerciales, sólo y exclusivamente a través del consumo descontrolado. No hay conversación sin consumo, no hay felicidad sin consumo. Si algo hay, sólo hay consumo. Después, podrá surgir algo más.

Esta actitud consumista de la sinrazón, se manifiesta urbanísticamente en el despilfarro del suelo, sin control, sin plan, sin medida, sin intenciones que vayan más allá del consumo. Urbanismo de consumo del suelo, sin ligazón alguna a una cultura ancestral, a una directriz histórica.

Como persona que se identifica con la cultura de nuestro país (y con la de países con cultura hispana, latina, mediterránea…como se quiera calificar o especificar) esta actitud de los americanos la veo deleznable, me entristece profundamente, pero tampoco me extraña porque el concepto que me he formado acerca de ellos está fuertemente consolidado. Me parece un país sumamente infantiloide, inmaduro, egocéntrico, ignorante, superficial y racista. Un ejemplo del carácter del americano, es la profusión de absurdas disciplinas deportivas y vergonzosos concursos de los que se tiene constancia por los medios de la información. Otro ejemplo: el senador de California (el estado más grande y rico del país) es el infausto actor Arnold Schwarzenegger, con todas las connotaciones que esto conlleva por lo que este representa y las aptitudes políticas que se le suponen.

Esto se ve elevado a la enésima potencia, si de presidente del país ponemos a un descerebrado como George Bush, con auténticas burradas a sus espaladas, como la de que, como leí en cierta ocasión, para acabar con los incesantes incendios provocados en su país por otros descerebrados (es que este país está repleto de ellos, porque la sociedad los cultiva, su actitud frente a la vida es el germen de la ‘descebradez’) proponía talar todos los árboles… …sobran los comentarios…
En gastronomía, son paupérrimos, no hay nada más que decir.

Que la ley permita que toda persona pueda poseer una pistola para la defensa de su propiedad privada, me parece absolutamente increíble y vergonzoso.

En deporte, me parece bien esa forma de promover la práctica en todos los ámbitos sociales, pero es que se promueve un amor patriótico, a la bandera y al himno, que me dan náuseas. ¿Será porque aquí en España todo eso se identifica con el Fascismo? Puede…pero prefiero otra manera de manifestar ese amor a tu país, de una forma más solemne, más sencilla, más respetuosa con el resto de países con menos recursos…sin esa soberbia y prepotencia propia de los estadounidenses.

Con la escasa historia que tienen, me consta que del resto de culturas son unos pobres ignorantes, no se imparte la educación mínima exigible en este aspecto.

Concluyo: Estados Unidos es, en esencia (sobre todo social), tan despreciable, que todas las actitudes, todos los comportamientos, todas las respuestas van impregnadas, influidas y dirigidas por el despreciable

Tanto tienes, tanto vales.

'El patrimonio del tiempo', de Marina Waisman.

Lo que quiero destacar del texto es el tiempo que la autora llama informático (sería más coherente denominarlo de internet o internetsiano o internético) que oprime al pasado y al futuro de tal manera que sólo existe el presente, desligando a la persona de lo material y encarcelándola en la imagen, suprimiendo el concepto de espacio, concluyendo que el individuo se ubica en un vacío indeterminado al disolverse todas las referencias que lo vinculaban en el espacio y en el tiempo.

Las conclusiones son un tanto dramáticas, pesimistas y desproporcionadas fruto de una perspectiva muy desvinculada del mundo virtual que hoy articula la sociedad. En un panorama social, económico y cultural de consumo de masas como el que hoy nos inunda el tiempo ha acelerado tanto su forma de resolverse que casi se ha transmutado en simultaneidad en todas las facetas y estratos en los que se conjuga y el espacio se diluye en fronteras en las que jamás se ha mestizado.

Los medios de comunicación, la publicidad, la economía y esa ansia consumista que todo lo embriaga y que tanto nos inculcan hace que todo suceda frenéticamente y casi de forma simultánea tanto en un ámbito personal, individual, como en un ámbito local e incluso en un ámbito global, mundial.

Las campañas publicitarias, los estrenos de cine, los conciertos de música... suceden simultáneamente en las ciudades más influyentes del planeta. Así, virtual y psicológicamente, las distancias se acortan hasta ser ínfimas, las localidades y las culturas se disuelven en los carteles publicitarios, se disuelven en las pantallas de televisión, en los iconos de las empresas multinacionales poderosas.

Dentro del ámbito urbano, en muchas ciudades (Lagos, por ejemplo) este panorama, este mecanismo mediático-consumista hace estragos y configura monstruos urbanos difíciles de domar. Urbes donde lo actual, lo moderno y lo clásico, lo confuso y lo lírico, la riqueza y la pobreza, la energía y la corrupción, se debaten en una batalla sin fin que culmina en la fascinación del mundo actual, regido por el espectáculo y la novedad.

Esto es lo que hace prosperar al mundo. Consecuencias: todo se engulle, se devora y se digiere a velocidad delirante, siendo la novedad, la moda, la vanguardia, un instante después rechazado, marginado, olvidado por obsoleto, por ordinario.

Aquí divagamos. Este es el vacío del que se habla en el texto. Un vacío ínfimo y a la vez abismal. El que separa la luz de la oscuridad, el éxito del fracaso, la cima del fondo: umbral armado de afiladas piezas.

'El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción', de Vicente Verdú


Texto de muy atractiva lectura ya que trata de interpretar la actualidad por medio del acercamiento y contraposición de conceptos nunca antes puestos en crisis, nunca enfrentados, decantando de manera drástica y sin tapujos cómo se materializa la realidad del mundo y el estilo de vida que se conjuga hoy en día. El autor de la obra intenta desenmarañar la trama del capitalismo actual. Un capitalismo que él denomina de ficción, generador de una falsa realidad paralela a la tangible o verdadera, inmiscuida en todas las vicisitudes de la vida contemporánea, reglada por la cultura de masas, para la sociedad de consumo y dominada por los medios de información y el espectáculo, todo ello refrendado por la más alta tecnología.




Se trata, por tanto, de trazar determinados vectores de significación en múltiples direcciones para desvelar esa naturaleza transparente tan difícil de determinar, combatir y erradicar de todos los avatares en los que se ha introducido, impregnándolo todo de entretenimiento, de ocio, de espectáculo,… consolidando una cultura artificial de simbología impregnada de caduco clasicismo.

La lectura se desarrolla en el capítulo del libro titulado Aprendiendo de las Vegas, en el que comienza denominando a dicha ciudad norteamericana como la meca de capitalismo de ficción. Una ciudad concebida de manera premeditada, nacida y consolidada por y para el consumo, donde el desarrollo de ese capitalismo de ficción se ve reflejada en una realidad que no es tal: todo es teatro, espectáculo, entretenimiento…artificial. Es una auténtica máquina de generar y devorar dinero.

Así se configura una ciudad recreativa sin ninguna referencia histórica que remita a un origen común a todo asentamiento urbano. No se desarrolla en ella ninguna vida normal, cotidiana, no hay ninguna zona residencial distinta a lujosos hoteles-casinos que minan el entramado urbano. Toda la estructura urbana está repleta de falsificación, decorado basado en la clonación de obsoletas simbologías clásicas, de antiguas civilizaciones, de calles y arquitecturas carismáticas de las ciudades más relevantes de la historia. Es una manera, hortera y pestilente, de inmortalizar todo lo que perece o puede desgastarse con el paso del tiempo. La ciudad de Las Vegas, en un acto de narcisismo repugnante, se adora, se admira a sí misma de tal manera que hasta se copia a ella misma a través de una arquitectura blandengue y obsoleta, propia de la incultura del que promueve el consumismo desmedido y anárquico. Se trata de construir, construir y construir glorias pretéritas añadiéndole toda una cobertura de modernismo a través de alta tecnología para resaltar hasta la exagerada horterada a modo de agresión brutal a todo sistema que se precie. Se plasma enfrentando lo real con lo irreal. Lo real y natural como lo vulgar y perecedero, y lo artificial como ideal y eterno. Vergonzoso que se mueve tal cantidad de dinero con esta dinámica.

La estrategia consiste en proyectar la sentencia El mundo, tal y como está, vale menos que su copia. Y puede que este tipo de gente, la que promueve tal incultura, tenga razón, pero es gracias a ellos. Estropean el mundo para luego venderte uno paralelo hecho por ellos que te inyectan en vena como ideal. Es como la estrategia de los virus informáticos. Es un negocio repugnante. Los magnates de la informática te venden sus ordenadores, sus redes de comunicación, sus sistemas operativos, sus programas…para después meterte los virus informáticos que ellos crean para dañarte esos productos por ellos también fabricados. Y te introducen los virus por las redes también suyas a las que estás conectado. Luego te ponen a la venta en sus súper-tiendas, los antivirus. La cosa está en que gastes y gastes y ellos se enriquezcan cada vez más.





La ciudad modelo de Las Vegas se reinventa a modo de gran show para consumo del turista, ofreciéndole lo que él quiere ver, lo que a él se le ha vendido antes de su llegada, lo que la ciudad quiere proyectar fuera de sus límites, la versión soñada de sí misma que exporta y materializa en su entramado urbano con mayor carga simbólica a modo de plato jugoso listo para ser devorado en cualquier momento. La ciudad se auto-exalta enfundándose en la modernidad, mediante la profusión de obras de arquitectos estrellas que acoge a modo de llamada para un mayor número de visitas. Si a todo eso le sumamos una compleja pero perfecto mecanismo de comercios y recursos para el entretenimiento, se deduce una gran obtención de ingresos para la ciudad que así se funcione en la actualidad.

El autor critica de manera acertada el hecho de que las ciudades con carga histórica se maquillen por y para el consumo, el espectáculo y el turismo. Este conjunto de fuerzas son las únicas motrices para las ciudades contemporáneas, tristemente. Se trata de dar respuesta a las demandas de fantasía, espectáculo y entretenimiento del turista, del turista superficial y consumista, claro. Aquel que le interesa más comprarse camisetas procedentes del merchandising de un museo, que ver las obras que en el propio museo se exponen. Habrá que recordarle a este tipo de ignorantes que los museos son edificios surgidos a tal efecto y que el hecho de que últimamente dispongan de tiendas responden a la propia cultura de consumo que el mismo individuo refuerza con su actitud analfabeta. Actualmente hay más visitas a museos que antes, más viajes organizados con distintos recorridos ya programados que desembocan en museos y otros centros culturales. Bien, eso es cierto. Pero también lo es que la mayoría de la gente se mete en la tienda y de ahí no sale hasta que le sacan. Importa más los regalos que compre para sus personas más allegadas que las propias obras de arte allí expuestas. ‘¡Hombre, pues claro! ¿Qué le digo entonces a mis hijos/primos/hermanos/sobrinos/amigos/padres? “No te he traído nada porque estuve viendo el museo” ¡qué vergüenza! Además, si no se van a enterar de nada de lo que les cuente, si es que me prestan atención cuando les empiece a hablar de ello…’

Así nos va. Se cultiva la superficialidad y el consumo. Lo light, lo suave, lo ligero, lo plano, lo directo, lo simple, el consumo rápido para volver a gastar. Se adormece a la sociedad sin potenciar la creatividad, la cultura, el valor patrimonial, artístico, etcétera, etcétera, etcétera,… Lo que interesa es que la gente consuma y no proteste, no se trata de crear a personas inteligentes ni a potenciar su pensamiento individual, si no que se trata de aborregar a los miembros de la sociedad y de contentarlos con lo que a los que mandan en esto les interese. Se le dice a la sociedad qué hay que consumir y se introduce como una plaga en todos los ámbitos de la vida a través de los medios de comunicación, que te repetirán hasta la saciedad, hasta clavártelo en el bulbo raquídeo y acabes como uno más, gastando en lo que gasta todo el mundo. No está bien visto ser un bicho raro que desee lo que no dicta el mercado. Gran hermano, Operación triunfo, Hollywood, televisión basura, música de niños guapos y de niñas guapas,…lo feo está muy mal visto.






Todo esto desemboca en fobias, odios, competencia, envidias… entre los miembros de la sociedad que cada vez consumen más para ver quién tiene lo último de lo último en cine, televisión, música, ropa,… En arquitectura, toda esta superficialidad conlleva la materialización de obras más propias de la escenografía que de la propia disciplina arquitectónica, cargadas de retórica y despojadas de funcionalidad. Es un proceso de descontextualización de la obra que deriva en objeto espectáculo, no ligado más que al consumo.

Con este panorama existente en Las Vegas y similares, la ciudad ya no es contenedor de objetos, si no que es objeto dentro del proceso de producción, generador de capital, máquina de hacer dinero, de animar a la sociedad a consumir. Esta actitud se extiende a otras ciudades, aunque a menor escala (es insuperable lo de Las Vegas), de tal manera que el desarrollo de la urbe sólo se guía por las leyes del mercado y las normas urbanísticas pasan a no tener relevancia. Algo incoherente e inconcebible. Así se configuran ciudades planas, con un crecimiento amorfo, sin plan generador de cultura urbana para mejor vida de sus habitantes, si no todo desarrollo urbano viene dictado por las necesidades de generar más y más consumo. Crecimiento corrupto.
Este crecimiento sin control, desmesurado y amebaforme tiene visos de irrealidad y de irracionalidad en ciertas zonas de Asia donde se configuran megalópolis de 50 millones de habitantes que superan las escalas históricas e incrementan la incertidumbre acerca del futuro de la ciudad y del hombre en ella, ya que tiende a empequeñecerse, a sentirse engullido, a perderse el sentido del individuo como ente de peso específico dentro de su entorno urbano.

Se tiende (sobre todo en Estados Unidos, el gran centro neurálgico de la cultura del consumismo) terriblemente a un país futuro de extensas áreas suburbanas separadas por territorios despoblados, debido a que los centros de ocio tienden cada vez más a la periferia, abandonándose, entonces, el centro histórico de las urbes. Estas grandes extensiones se desarrollarán de forma descorazonadora, sin identidad, sin centro, sin referencias, configurándose un paisaje monótono de amplísimas urbanizaciones, dotación de alta tecnología empresarial, centros comerciales descomunales, restaurantes de todo tipo y dependencia absoluta del automóvil. Acabaremos con toda la riqueza del asentamiento urbano. Se abandonará el encuentro entre personas en la calle, en la plaza, el contacto con la gente al aire libre, sin hacer nada…se está eliminando la forma de vida latina, mediterránea,…todo ello por culpa de la sociedad de consumo que, a la fuerza, nos inculcan los estadounidenses. Globalización a la americana que no hará sino acabar con la riqueza autóctona, local,…la grama se come al césped…la peor cultura, la más inmadura e irresponsable, la americana, engulle a otras tan ricas y ancestrales, como la mediterránea.


Así, hoy día triunfan ciudades de dudosa reputación. Ciudades que no hacen más que crear guetos. Ciudades valladas, privadas, herméticas,…desde hace 30 años. Es patético que haya tanta gente viviendo en sitios como estos, elementos propios de un sistema segregador. Son ciudades con identidad perfectamente definida. Son llamadas C. I. D. Estas siglas, traducidas del inglés, significan Urbanización de interés común. Así es: existen cids sólo para solteros, sólo para jubilados, sólo para parejas sin hijos, sólo para cristianos,…Son urbanizaciones con la estructura urbana de toda ciudad (ayuntamiento, hospitales, colegios, etc.) pero nada es público. Todo es completamente privado y todo está regulado por estrictas normas. Todo es tan surrealista en este tipo de asentamientos que las normas a las que quedan sujetas los 30 millones de habitantes en EE. UU. y los 10 en el viejo continente, desemboca en un mundo absurdo, cerrado, vergonzoso, fascista, racista, xenófobo, terrorífico, surrealista,…totalmente antinatural, deshumanizado.

Estos asentamientos tipo CID siguen el modelo de la ciudad Celebration, que cercana a Disney World, pierde toda noción y se crea a modo de parque temático para vivir, copiando incluso el eslogan de la factoría de Mickey Mouse, Vendemos felicidad. Es asombroso, pero es así como se materializa la ciudad: naturaleza desinfectada, ciudad ideal, paradisiaca, con edificios de arquitectos estrella, centros comerciales para la clase alta, equipamiento y servicios con la más avanzada tecnología,…todo ello con casitas de arquitectura de finales del siglo XIX para adentrar a sus habitantes en una vida dentro de un cuento de hadas. Así se crea y se consume felicidad artificial.

Tenemos los que nos merecemos. Pronto nos tocará. La plaga se va extendiendo. Estados Unidos manda…a todos a una vida…sin vida.

Esto es un francés, un inglés y un español...

Va el francés, que en verdad sólo lo era de adopción parisina puesto que era de pura cepa suiza, arquitecto de gran relevancia, de nombre Charles Édouard Jeanneret-Gris y apodo Le Corbusier y dice 'todo lo que puede ser enseñado no merece la pena ser aprendido'...



A esto que el inglés, que en realidad era estonio nacionalizado estadounidense, también arquitecto de reconocido prestigio, llamado Louis I. Khan, algún tiempo después espetó 'sólo se aprende lo que ya llevamos dentro de nosotros'...



Y el español, autoapelado uVe en su blog, en esa actitud ibérica consustancial al toro de Osborne (y olé), ante estas dos sentencias, ni corto ni perezoso, tomó aire, hinchó su pecho palomo y soltó esta parrafada:

Kahn incita a una búsqueda en uno mismo, a exprimir el potencial personal, a detonar al máximo nuestra capacidad, nuestras condiciones, mediante un esfuerzo perseverante, de superación, de compromiso. Saber de lo que somos capaces nos hace poderosos, generándose una iniciativa insaciable de crear.

Le Corbusier anima a quebrar las presunciones dadas por absolutas, a indagar nuevas vías al margen de la corriente para experimentar por cauces no abiertos. Habla del inconformismo, de ser inquietos, de preguntarse el por qué de las entidades, de ensayar otras posturas, de convertirse en un autodidacta que descubra, comprenda, razone e implante nuevos mecanismos, instrumentalizándolos con el fin de crear otras formas, espacios, componentes, herramientas de arquitectura que, a su vez, posibiliten sucesivas búsquedas en otros campos arquitectónicos no planteados.

El espíritu de los grandes maestros arquitectos se debe inculcar en la enseñanza de la disciplina a través de un proceso que poco a poco avance tanto en el campo de la experimentación como en la asimilación de modelos arquitectónicos aplicables al panorama actual.

Si el proceso de aprendizaje se compagina con los ensayos empíricos de forma simultánea los frutos recogidos serán excelsos. Si se da preferencia a la enseñanza de modelos y referencias los resultados cosechados serán más ortodoxos, estereotipados, uniformes, mientras que si la prioridad la tiene la inquietud y el ensayo serán más relevantes, destacados, interesantes, únicos.

Todo modelo pasado no debería ser considerado con el fin de reverdecer viejos laureles. Todo lo contrario, sería estimado como viable para, inmediatamente después, evidenciarlo como caduco a través de proceso de actualización y mejora según los condicionantes efectivos actuales.

Habría que cesar en la consideración de pasados modelos arquitectónicos más allá del contexto de su época. Lo material perece anclado en su época, oxidado por el silbido del tiempo.

Sería recomendable acabar con la constante y módica adulación de viejas glorias, si no es para superarlas. Así sería posible dejar al margen el fetichismo barato de imágenes raídas.

Las referencias válidas se presentarán intangibles, abstractas, sutiles. Sólo habrá que ser sensiblemente atento, perspicaz, respetuoso,... Y tener la suficiente habilidad para concretarlas en arquitectura.

Lo que hay que apadrinar es el espíritu, las tensiones que los grandes arquitectos del pasado nos siguen provocando con sus obras.

Lo eléctrico. Eso es lo que nos mueve.

08 noviembre 2007

La vida es una máquina que nos mata poco a poco



Los golpes duelen
La vida mata
El tiempo cura
Los días pasan

Y al comenzar
Esta partida
Ya llevo un alma a la deriva

Canciones de cuna para adultos
Atravesados por los sueños
Que llevan en su oscura melodía
Tatuada la flor del desengaño

Y están las sombras
Y está el olvido
Y este infinito
Tiempo perdido

Y está el amor
Y están los besos
Y un mundanal dolor de huesos

El viento insiste como siempre
En recordarme los sonidos
Del terco latido de las cosas
De mundos aún desconocidos

La pena hiere
La vida mata
Con sueños rotos
Y balas de plata

Septiembre llega
Como si nada
Y se disuelve tu mirada

Vividores sin vida enamorados
De la pálida luz de las estrellas
Esparcen poemas en la noche
Y entre tanto borran después sus huellas.

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"La vida mata" - Diego Vasallo