2:21 h.
Letras al ritmo de efluvios romanos.
Fumo callado.
Escucho sabores.
Son ríos.
Sonrío.
Aprendí en las páginas de una ventana abierta.
Tabaco, labios y vino sabio.
Sol en las venas.
Sensación platazul salada.
Tu amor es más que un mero desconcierto y más cierto que la poesía.
La huella de tu mirada es nuestro profeta.
¿Qué le voy a hacer? La voz grabada se repetía durante horas.
Aunque sea de un trago, el agua de manantial nunca es veneno.
Natural. No el mal parido Hall 9000.
Mi amor se cae al suelo y no se queja demasiado.
Mi amor no se duerme en la cocina.
¡Cuánto se aprende de un amigo!
Dulce licor de nuestra viña.
Es agua lunar. Es condimento.
Es acuarela de salivas felices como desayunos al sol, taxistas y paisajes vespertinos.
El naranja es de mi propia cosecha y fascina a la autoridad que me persigue.
Ricas horas de deriva por droga genética.
Febrero en el borde de tu falda.
Octubre en bicicleta.
Carnaval en tus caderas.
Hoy es siempre todavía.
Escucho las olas, los contrabandistas, los telediarios...
Capto lo que no ve nadie: efímero, atento, calmado, a cualquier escala.
Hay tantas cosas buenas que tragar...