20 enero 2011

Universos - 07



El fogón del día saca a bailar a las noches frías.

Amar sin ensayos



[...]

Sintió en su boca el suave olor de la fiebre y lo aspiró como si quisiera llenarse de las intimidades de su cuerpo. Y en ese momento se imaginó que ya llevaba muchos años en su casa y que se estaba muriendo. De pronto tuvo la clara sensación que no podría sobrevivir a la muerte de ella. Se acostaría a su lado y querría morir con ella. Conmovido por esa imagen hundió en ese momento la cara en la almohada junto a la cabeza de ella y permaneció así durante mucho tiempo.....Y le dio pena que en una situación como aquella, en la que un hombre de verdad sería capaz de tomar inmediatamente una decisión, él dudase, privando así de su significado al momento más hermoso que había vivido jamás (estaba arrodillado junto a su cama y pensaba que no podría sobrevivir a su muerte). Se enfadó consigo mismo, pero luego se le ocurrió que en realidad era bastante natural que no supiera que quería: El hombre nunca puede saber qué debe querer, porque vive sólo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores. No existe posibilidad alguna de comprobar cual de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero ¿qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni un boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro.

[...]

[Fragmento de 'La insoportable levedad del ser', de Milan Kundera]

[Fotografía © Yann Arthus Bertrand]

Acariciando aceras - 96



Aquí lo tienes

Te echo menos
[que espanta]
a nuestra manera
en blanco y negro
flotan veleros
en mi garganta
me gritan los dedos
se estremecen mis pies
mis manos

me vuelvo un pez
de la tierra harto
y con el pescador me enredo
y me hundo
se hace acuático mi mundo
tanto
como para rebosar
cestos de esparto

Mi torpeza
es profunda
y, a la vez, leve
la cuesta hacia ti
no muere
sólo tengo esto
mi soplo
que tropieza
cada día
vomita su tumba
sobre lienzos
bolsillos y agujeros

y te extraño
y te araño
y me hieres
nos hacemos así
suicidio de egos
para renacer revueltos
absurdos, ocultos
difusos, ciegos
o, tal vez, tuertos

No hay más vorágine
que estos relieves
Y mi amor no muere
en cualquier puerto
surca los bares
bebe sin sed
ríos y mares

De este vaivén
somos los hijos
los padres
lo demás se escapa

Esta es la obra
el velcro
la pelusa que atrapa

el telón
el teatro
el guión
la danza

la sangre
la herida
la cura
la lanza

las esposas
las alas
las rosas
las balas

No hay más
¿qué quieres?