12 octubre 2011
El polvo de los polvos
he vuelto a leerte
en los ojos
lo que dicen tus pares de labios
y no en aquello
que quiere escuchar tu boca
son agravios los comparativos
y comparativos los recíprocos agravios
he vuelto a sentirte
tan loca
como para fregar los lagos
como para llenar de flores las regaderas
he vuelto a ondearte sobre mi mástil
rendida al empuje del aliento
orgullosa de tu arte
en movimiento como una bandera
he vuelto a recorrer las aceras
buscando callados portales
he vuelto a visitar las plazas
limpias de colillas y cristales
buscando los mejores rincones
he vuelto a esconder mis manos
buscando valles y montañas
por debajo de tus chaquetones
he vuelto a subirte y a bajarte
cielos y tierras
párpados y lenguas
latidos y alientos
faldas y tangas
sujetadores y pantalones
he vuelto a sentirte la hembra
ardiente, celosa y hambrienta
por mi carne cruda
poniendo al fuego la tuya
jugosa, roja y viva llaga abierta
he vuelto a incendiar cremalleras
he vuelto a parir brasas
en los sacos de carbón
he vuelto a escuchar
el silbido de tu piel jugar
con los bultos que se forman
por debajo de mi pantalón
con las arrugas de mi ropa
con el ímpetu que sale
por encima del cinturón
he vuelto a reventar los gritos
hasta engendrar silencios
he vuelto a callarte a gemidos
he vuelto a sentirte en mis caderas
columpiarte
en mis teatros
he vuelto a desnudarte
he vuelto a gobernarte
las tierras por detrás y por delante
he vuelto a comerte con las manos
en las mesas de todos los restaurantes
he vuelto a ser capitán y comandante
y lo he hecho
hasta preñar los recuerdos
con el semen del olvido
y lo he hecho
sin anestesia
con ventanas a paisajes
con siluetas al rojo vivo
y lo he hecho sin que tú lo sepas
y lo he hecho por mí
sin que nadie más quepa
que yo mismo conmigo
ahora que ya no llueven proyectiles mentales
con nuestros penes y vaginas
aprovecho y me sacudo el polvo
que acumula cada polvo en los fuegos de la cocina
[Fotografía: Antonio Lemus]
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