18 agosto 2010

Acariciando aceras - 66



Mendigo las corrientes
para perder el tiempo
y ganar el espacio y la luz
del alma del arte que respiro

Mastico al ciprés y al bambú
de sus ramas el silencio,
de su presencia la quietud
para criar las raíces
a sembrar en mi ataúd

y yo que soy de improvisar
descuidos y tropiezos
en las piedras que no merezco
y, en las dunas, remover arenas
sin planificarlo bebo y crezco
en mis noches de verbena

prefiero acariciar mi abismo
como el agua colmando su vaso
dime para qué quiero
los saltos, cascadas y vertientes
de la verdad, el sueño y la pena

los problemas
son del miedo y las sombras
son del sol que las enciende
y seca la ropa tendida
los colores de mis miserias

Parar de un soplo esta noria
y volver a continuar, si acaso,
con una meta que me inquiete
y rescate mi colchón carbonizado
con más pena que gloria

Quizás mañana...

Acariciando aceras - 65


[Obra realizada digitalmente a partir de fotografías de Karina Beltrán]

Todo es allí menos aquí

Ven

Cuenta las horas que faltan para tu deseo más próximo
te sobran dedos y, como siempre, faltan anillos por comprar

No hay cintura ni paciencia
sólo caderas y crujidos de huesos
y, para nuestros actos, clemencia

Necesitamos más pausa, pasar de todo y besos
y menos martillo, cincel y capas de pintura

Sólo hay helicópteros
sobrevolando terrazas de cueros orientales
decapitando putas, polinizando orquídeas radiantes de adolescencia

Sólo hay carnicerías abiertas atiborradas de ojos con dientes
y fajos de billetes sudados comprando carne cruda
o, tal vez, soñándote desnuda

Sólo hay estúpidos luchando por olvidar
No pienso borrar ninguna página
ni arrugar las servilletas de mi memoria
Ni lo sueñes igual que yo no sueño
con que desaparecezcas
desde que somos peces del Guadiana

Sólo hay un aquí e infinitos allí
Espero seguir encontrando
tus hilos de seda y lana
en alguna arruga de mi espejo
en algún reflejo de mi cama