18 enero 2010

Alma al mar



Una ola nunca dice adiós.
Es, saluda y muere
en su propia esencia.

¿Domar las olas?
¿Capturarlas?

¿Querer salvar su espuma
dispar y volátil?



La ola la quiero
para impregnarme en su humedad,
pegarme a su salitre,
mecerme en su vaivén,
disolverme y decantar,
flotar y acompañar su abrazo.

¿Hay sabor sin paladar?



El ser sólo mana en su medio:
alma al mar.