02 noviembre 2011

Como semáforos de madrugada


Con agua de mar
con agua estancada
con agua de lluvia
con una mano en el hacha
y con la otra en la gubia

con el espejo bañándose en alcohol
con el cuerpo revolcándose en el barro de la ladera
con los pies en el aire agitando la hiedra

con el ego cegándose con el alma y con el sol
con el corazón grabado en troncos de acero y de madera
con el sexo disciplinado como una piedra

sobre el serrín del taller del artesano
en ese segundo en el que el bombero se juega la vida ante las llamas
entre los desperdicios que deja en el arcén el vendedor ambulante

entre las cenizas en las que ardí en las frías tardes de este verano
en las arrugas que me voy dejando en las plazas y en las camas
sobre los cuerpos en los que te veo nítida y rotunda en cada instante

a veces siento que se acercan
otras ni las veo venir
porque nacen cuando quieren
al agradecer y al maldecir
al demoler y al construir

directas
como corre el agua río abajo

entretenidas
como el corazón de una abeja nada
entre las espinas de la enredadera

ni para mí ni para ti
como semáforos de madrugada
un martes cualquiera

hay emociones
a las que les importa todo un carajo
y sólo brotan para sí
buscando únicamente su propia primavera