
Noche que agoniza a la primavera
al tintineo metálico del aire
la luna regresa
de su muerte de tierra inhóspita
de barro agrietado
hasta ser frágil cerámica
y ahí está
inerte
petrificada
vidriada y oriental
colgada
adornando la negra pared
que antes era cielo
flota a tres palmos de mi nariz
qué demonios
alargo el brazo
un esfuerzo más
sé que la puedo coger
y guardarla en mi armario de los platos
mañana desayunaré sobre ella
no me espera
la miro
yo, como siempre, lobo
y ella vuelve
la pared se desvanece
vuelve la noción de cielo
la luna renace
se hace carne de su propia luz
carne de su misteriosa e hipnotizante luz
ya no está colgada
ya no está cerca
ya no es objeto
vuelve a estar viva
vuelve y se va
enciende la noche y se aleja
se hace de nuevo inalcanzable
otra vez
a mil años luz de mi nariz apagada
de nuevo el lobo es pequeño
esclavo de su péndulo
la luna regresa
y vuelve a presidir
yo la busco en mis sábanas
blancas
para encontrar mi descanso
lento y calmado como su eclipse
de mis cerámicas frágiles
de humos orientales
a la carne de mi luz