En la rodilla de los días
se acomodan las palabras
que incomodan la garganta
Maduran, en su espera,
su propio tamiz consentido
hasta encontrar su tez metálica
Estiradas relajan como filos de navaja
Dobladas duelen como sonrisas de calabaza
En la rodilla de los días
se filtran los sudores fríos
y duermen vuelos de insectos
La lengua despega sin miedo
buscando el agua estancada
Regresa roja y satisfecha. Salada.
Cartílagos redondos,
nudos de intersecciones,
focos delicados, duros y convexos
Apoyos y articulaciones,
pasos a tientas, faldas,
curvas, heridas al vaivén del sexo