02 septiembre 2010

Acariciando aceras - 76



Sentado en la calma del precipicio
me acaricia el aliento sereno del vacío
para no convertir nuestro amor en vicio
para llenar de peces este cauce sin río

No tengo calendario ni hora de salida
no espero aviones ni barcos ni trenes
no siento la invasión de la expectativa
Quiero vivir en martes. Dejar el viernes

Espero a que la lluvia cale suave
con miel fresca y aromas de esperanza
que traigan la flor que me dé la llave
para sentirme ave que el cielo alcanza

Acariciando aceras - 75

Como Julia siamesa con Betina
estás con otro y matas
con cuchillos de cocina,
de día conmigo fundimos el mundo
y, como fluidos, lo inundamos
rebosa, flotamos,
somo un sólo ser
a favor de quien todo conspira
protegidos por una red que se estira
que nos cuida, todo es curva,
suave, sencilla, luminosa
nada es arisco ni arista

Viene la muerte que gobierna
la aventura a escondidas
la amante, la asesina
la dulce mujer que pasa
la fragilidad de los cuerpos
el desgarro de las almas

Sopla la ausencia que libera y lastra
la presencia que se ama y mata
hasta una extenuación
que de belleza estalla
tan contaminada como sagrada
que da tanto poder
y me fusiona al universo, eterno
y otras me disuelve hasta la nada

Se abre la fuente de cada obra
la luz que crea cada sombra de mi cara
llega el temor en cada esquina
las ganas de tirarlo todo por la ventana
la miel y el café al borde de mi cama
la energía que abre el canal
y serenamente me entrega al mar de tu mirada

Asoma el miedo a ti
enredada en tu ovillo de lana
de los tropiezos con tus tramas
la desidia de tus días pesimistas
derrumbando los muros con desgana

Mastico el miedo a mí
consumido en el embudo que traga
los tapices de mi corazón malva
que mis fantasmas ebrios ganan
mi ceguera convertida en lanza
y de corazón escudo que dispara
bloques de hielo de la Antártida

No tengo índice
ni páginas numeradas
ni me sé lo que dicen
son letras ahogadas
como en la tierra
las lombrices

A veces soy lengua
que se hunde, bucea y nada
como un loco perro
que sin hambre espera
la llegada que no mengua
de la mano que acaricia
y castiga sin malicia
que me tira y no recuerdo
que me ordena y muerdo

Y vuelvo hasta que desmayes
las plazas son frías
y angostas las calles
la rabia que tengo es mía
la reconozco
como a mis pulgas
ermitañas de mis siestas
y que en mis heridas hurgan
cuando despierto en las aceras
más vivo que muerto
más ciego que tuerto

Sin olerte no sé si estás
entonces orino en las farolas
hincando colmillos de acero
en cada esquina
en cada bordillo
y huyo convertido
en rabo callejero
con mi mente salada
como el mar embrutecido
de espuma y olas
movidas por ombligos
de parásitos amarillos
insaciables de mis babas
de mi ladridos amargos
de gruñidos densos de peros
que sobre mi espalda cargo
sintiendo que mis ojos bajan
al suelo mi corazón
que tropieza con colillas
y se convierte en rastrero
y las alcantarillas rajan
mi olfato y, sin sentidos,
desaparece mi razón

y se alejan los días enteros
en que tan sólo somos
inconfundiblemente uno
ramas, chispa, hoguera, brasas
y llueven tormentas que apagan
las luces de los hospitales
y las avenidas sangran

Hasta mañana, amor
he robado esta venda
que cicatriza la risa
que escuece mi lista de ideales
duerme, pon a descansar
cada una de tus prendas
todo pasa

Eres lo que me hace satélite
sin mi noche, sin mi tarde, sin mi mañana
más que cuando consigo parar la luna
sin mi momento lleno y en calma

Todo la orbita se desgrana
alrededor de tu boca
como el humo lento de una calada
que irremediablemente me llama
la leo, la gano, la desabrocho,
resbalo y caigo en su abismo
y me sujeto a este péndulo
entre las nubes, vida plena:
amor, sexo, alma, luz crepuscular
en lo más seguro, la muerte amarga
más fuerte y todo lo arrasa
todo lo que eres, lo que soy
e impregna las horas
de penitencia y agonía
enguyen el sentido de la aguja
la sentencia está tan cerca
impotencia y lamento
no se ejecuta la pena
nunca llega ese momento
el verdugo es la condena
empujan el condenado y el juez
polos opuestos, todo a la vez.

Quizás tenga puesto el abrigo
equivocado pero tengo tanto frío
que sólo me tengo a mí como amigo
y sentado junto a la hoguera
descongelo mi sangre desnatada
para hacerla entera y ser fluido

Mirar por la ventana
descansar la mirada
evadirte de la lección de clase
dejar de escribir sin más
esperar a que todo pase

Este calor que tengo habla
del sudor que me entregas
lo que mejor lubrica mis ejes

Sin pedirlo que te abras
quiero para lamer tus huellas
con mis alas negras de hereje

No temas si me quedo
sé que si te toco quemas
Recuerdo tu quejido
cuando me coges y quemo

No te alegres si desaparezco
sé que si me tocas crezco
y llenas las puertas de bramidos
y navegamos con un sólo remo

Todo llega, seamos pacientes
para bien, dice el chileno
Al subsuelo el amor intransigente
Cada uno a un banco sereno
y fresco para respirarnos
apagar este fuego impenetrable
y estanco que cierra al sol el cielo

Anudemos la garganta
de caverna oscura y fría
la llegada del calor no tarda
un corazón es luz de día

Como girasoles de Jaén
como pozos nevados de Aroche
cojamos este próximo tren
silencioso y calmado de medianoche

Planchemos nuestros trajes
soportemos el zig-zag que escuece
leamos poesía en el nocturno viaje
y esperemos a que pase
lo que tenga que pasar
porque siempre lo hace
tarde o temprano
a pesar de las estrecheces
siempre ocurre
que amanece

Acariciando aceras - 74



Cuando uno más uno
no supera a dos
mejor dejar
de seguir contando...