Va el francés, que en verdad sólo lo era de adopción parisina puesto que era de pura cepa suiza, arquitecto de gran relevancia, de nombre Charles Édouard Jeanneret-Gris y apodo Le Corbusier y dice 'todo lo que puede ser enseñado no merece la pena ser aprendido'...
A esto que el inglés, que en realidad era estonio nacionalizado estadounidense, también arquitecto de reconocido prestigio, llamado Louis I. Khan, algún tiempo después espetó 'sólo se aprende lo que ya llevamos dentro de nosotros'...
Y el español, autoapelado uVe en su blog, en esa actitud ibérica consustancial al toro de Osborne (y olé), ante estas dos sentencias, ni corto ni perezoso, tomó aire, hinchó su pecho palomo y soltó esta parrafada:
Kahn incita a una búsqueda en uno mismo, a exprimir el potencial personal, a detonar al máximo nuestra capacidad, nuestras condiciones, mediante un esfuerzo perseverante, de superación, de compromiso. Saber de lo que somos capaces nos hace poderosos, generándose una iniciativa insaciable de crear.
Le Corbusier anima a quebrar las presunciones dadas por absolutas, a indagar nuevas vías al margen de la corriente para experimentar por cauces no abiertos. Habla del inconformismo, de ser inquietos, de preguntarse el por qué de las entidades, de ensayar otras posturas, de convertirse en un autodidacta que descubra, comprenda, razone e implante nuevos mecanismos, instrumentalizándolos con el fin de crear otras formas, espacios, componentes, herramientas de arquitectura que, a su vez, posibiliten sucesivas búsquedas en otros campos arquitectónicos no planteados.
El espíritu de los grandes maestros arquitectos se debe inculcar en la enseñanza de la disciplina a través de un proceso que poco a poco avance tanto en el campo de la experimentación como en la asimilación de modelos arquitectónicos aplicables al panorama actual.
Si el proceso de aprendizaje se compagina con los ensayos empíricos de forma simultánea los frutos recogidos serán excelsos. Si se da preferencia a la enseñanza de modelos y referencias los resultados cosechados serán más ortodoxos, estereotipados, uniformes, mientras que si la prioridad la tiene la inquietud y el ensayo serán más relevantes, destacados, interesantes, únicos.
Todo modelo pasado no debería ser considerado con el fin de reverdecer viejos laureles. Todo lo contrario, sería estimado como viable para, inmediatamente después, evidenciarlo como caduco a través de proceso de actualización y mejora según los condicionantes efectivos actuales.
Habría que cesar en la consideración de pasados modelos arquitectónicos más allá del contexto de su época. Lo material perece anclado en su época, oxidado por el silbido del tiempo.
Sería recomendable acabar con la constante y módica adulación de viejas glorias, si no es para superarlas. Así sería posible dejar al margen el fetichismo barato de imágenes raídas.
Las referencias válidas se presentarán intangibles, abstractas, sutiles. Sólo habrá que ser sensiblemente atento, perspicaz, respetuoso,... Y tener la suficiente habilidad para concretarlas en arquitectura.
Lo que hay que apadrinar es el espíritu, las tensiones que los grandes arquitectos del pasado nos siguen provocando con sus obras.
Lo eléctrico. Eso es lo que nos mueve.
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