Una ola nunca dice adiós.
Es, saluda y muere
en su propia esencia.
¿Domar las olas?
¿Capturarlas?
¿Querer salvar su espuma
dispar y volátil?
La ola la quiero
para impregnarme en su humedad,
pegarme a su salitre,
mecerme en su vaivén,
disolverme y decantar,
flotar y acompañar su abrazo.
¿Hay sabor sin paladar?
El ser sólo mana en su medio:
alma al mar.
2 comentarios:
Oju, a veces no sé qué comentar, tan solo (y tan mucho) que me ha gustado mucho lo que has escrito.
Saludos
Gracias, Sharli
;)
Un abrazo.
P.D.: ahora somos dos los que no sabemos qué más decir... Será que tampoco hace falta más...
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