Me retuerzo
como un alambre
en las cercas del campesino
y aprieto mi corazón de cera
para que no se escape
y siga bailando el tango
a este lado de la carretera.
La cáscara se despega y abro.
A veces, creo reconocer la primavera.
Algunos días
son cortos, otros largos...
como mi lengua, mis brazos,
mi espera.
Sigo navegando alquitranes con mi velero...
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