Tu piel me devolvía algo remoto.Sueños líquidos
que, hace unos días,
se escurrían
penósamente
entre mis trémulos dedos.
Silvamos
la melodía
y nos encontramos
baliando
en el salón
y en el callejón
No había nadie, sino nosotros. (Los demás no existían).Voces ajenas
como el trino
de pájaros nocturnos
(¿Es esto un poema de amor?)¿O quizás
el relato erótico más bello
jamás contado?
[En
cursiva, versos de Interior, de José Hierro]
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