
Plantarte
en el rocío
del cajón de mi almohada
y arrancarme
los brotes
de las grietas que me tragan
Borrarme
por la ciudad
tu huella desencajada
y despreciarte
los ladridos
que bajo mi ombligo taladras
Desvanecerte
como una gota
en mi pupila dilatada
y negarte
las razones
que te embisto por la espalda
Acariciarte
en el gatillo
de mi mano agarrotada
y empujarte
con mis miedos
que en tu isla me rescatan
Deslizarme
por las aristas
de tu hojalata oxidada
y anudarte
entre mis dientes
con jugo de fruta que sangra
Son los impulsos cobardes
vinagre en las heridas para abandonarme
en la oscuridad de las bellas formas de morir
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