14 agosto 2010

La belleza puede destruirte o hacerte inmortal



Le preguntaron a Pollock: '¿Cómo sabe cuando termina una pintura?' y él contestó: '¿Cómo sabes cuando terminas de hacer el amor?'



[Pintura de Pollock]

Al igual que en la astronomía, en el mercado del arte hay un punto en que las magnitudes se vuelven mareantes. Podemos hacernos una idea aproximada de la distancia entre la Tierra y Marte o del tiempo empleado por una nave espacial en dar la vuelta a nuestro planeta, pero a partir de un determinado satélite el Universo deja de ser manejable y se nos vuelve un enloquecido baile de cuerpos celestes que giran en el infinito. Un lienzo de Pollock ha sido comprado estos días por la módica suma de 140 millones de dólares, lo que en términos de comprensión viene a ser el equivalente de un viaje intergaláctico de otros tantos millones de años-luz. Hace tiempo que los cuadros se escaparon de los museos y andan describiendo órbitas por el firmamento donde residen las grandes fortunas. El de Pollock ha debido de batir un récord de larga distancia, pero su precio de venta nos habría producido la misma perplejidad de haberse quedado en la mitad o en la cuarta parte. Por eso es un error pretender fijar un canon artístico a partir de las cifras manejadas en Christie’s o en Sotheby’s. Si de algo hablan estos números no es de la supremacía estética de aquel genio alcohólico que fue Jackson Pollock, sino de la infatigable e insolente capacidad humana para amasar riquezas sin límite. ¿Quién paga esto? ¿Qué clase de ser humano es alguien capaz de desembolsar en la compra de un cuadro lo que alcanzaría para crear mil escuelas, o doscientos hospitales, o para erradicar el hambre en un varios países del tercer mundo? Hay amantes del arte que pujan en las subastas para hacerse con piezas que en el futuro legarán a la humanidad. Son los sucesores de aquellos antiguos filántropos cuyo nombre luce en algunos respetables museos. Pero estos otros, los magnates de ahora, compran pintura como quien invierte en ladrillos, en armamento o en diamantes. Ya sabemos que no hay superchería mayor que la crítica de arte, excepción hecha de la brujería como afirmaba Caro Baroja. Toleramos los caprichos de marchantes y galeristas porque al fin y al cabo ponen un poco de colorido en medio de la solemnidad académica que acompaña a la alta cultura. Sin embargo un Pollock de 150 millones de dólares o unos Klimt de 60 –como se han vendido también esta semana- ya se colocan incluso al margen de las engañifas críticas. Son los indicadores económicos de algún cambio de rumbo en la ruta del dinero. Cuando la cotización del arte sube, es que algún otro nicho de riqueza –los ladrillos, el armamento, los diamantes- ha dejado de ser rentable. El dinero es injusto pero no tonto. El dinero no huele, pero tiene buen olfato y excelentes reflejos para encontrar el mejor terreno donde seguir creciendo y multiplicándose.

Publicado en El Correo, 11.11.06, y El Norte de Castilla, 12.11.06

[Fuente: http://romera.blogalia.com]

- Veo que el arte es un juego más fuerte que la Bolsa. Mis colegas están descerebrados por las cotizaciones del mercado, pero vosotros estáis más locos - murmuró Betina.
- Algún te hablaré de una teoría sobre la magia que ejerce la belleza sobre las personas para que veas que este negocio no es tan desalmado. [...] La belleza puede destruirte o hacerte inmortal - dijo Vedrano.

[...]

Todo lo que hoy se considera arte, la danza, la poesía, la pintura, en el momento de su aparición en la historia tuvo un sentido religioso. Servía para comunicarte con un Dios que podía salvarte. Los santos de las iglesias han recibido infinitas plegarias a través de los siglos: las tallas románicas o góticas, las tablas flamencas que contienen una Vírgen con el niño, lo mismo que los ídolos negros de África o las reliquias cristianas, están cargadas de energía gracias a la devoción de los adoradores, al amor que inspiraron o al terror que despertaron. [...]

- La belleza te sana, te salva, te hace inmortal por sólo entregar tu vida a ella como hacen los místicos con Dios - dijo finalmente Vedrano.
- ¿Y no te puede matar si hay una maldición?
- Quien sabe.



['La novia de Matisse' - Manuel Vicent]

3 comentarios:

Jerri dijo...

esto de los excesiivos preciios en e mundo del arte es relativo al ojo de quien lo mira porque el lucro y el arte son mundos totalmnte limitrofes y si el capital es necesario para beber de la teta de la belleza creo que cualqiera lo haria... carajo si io tuviese 140 millones de dolares claro que los apostaria por un Pollock o un matisse o incluso un hiperealista que ami punto devista eso no es Arte parece hecho por maquinas.
"La peor enfermedad que le puede dar a un Artista se llama realidad"
Jerri

Víctor dijo...

El ARTE (así, con mayúscula no tiene precio: es de todos.

Víctor dijo...

El ARTE (así, con mayúscula no tiene precio: es de todos.