19 diciembre 2010

Te añoro a ti, y sin embargo no sé si habrás sido llama que me ha quemado las manos



Tiempo mío sin mí

Yo creo en tí. Ciegamente
creo en ti. Te albergo. Guardo
tu recuerdo. Creo en ti
porque creo en mí. (No hay canto
sin cantor, dolor sin hombre,
efecto sin causa...)

Hablo
de ti como de algo mío.
Te añoro a ti, y sin embargo
no sé si habrás sido llama
que me ha quemado las manos.
No sé si habrás sucedido
para que me emborrachara
con tu vino amargo;
ni sé si habrás sido sólo
sueño y fantasía...

Llamo
a tu puerta. Grito el nombre
que tantas veces te he dado;
y tu respuesta es un leve
tiemblo en el aire, un lejano
palpitar. Entonces sé
que venzo al pasado.

Yo creo en ti. A veces quiero
penetrar en tu cercado;
sentir, bajo el pie desnudo,
tu verde contacto;
volver a vivir la vida
que canté en tus brazos.

Yo creo en ti. El trigo estaba
listo para ser segado.
Sé que tienes un sentido
que yo no he desentrañado.
Nada sucede que no
tenga su razón (no hay canto
sin cantor, dolor sin hombre,
efecto sin causa...)

Cuando
te encuentro dormido, quieto
sobre la bahía, o dando
tus verdes hojas al viento
tibio del verano;
cuando surges de repente
como un fuego trágico
(un fuego que ha consumido
lo mejor que yo le he dado)
cuando te encuentro vacío,
desnudo y lejano,
yo creo en ti. Firmemente
creo en ti. Te albergo. Llamo
a tu gran puerta cerrada,
cantando y llorando.
Pregunto por mí, tendido
en el otro lado.
Pregunto qué hace, qué sueña
(qué sueño, qué hago)

Porque sé que algo le mueve,
me mueve, me movió, que algo
le retuvo, me retuvo,
que nada fue en vano,
que hondas verdades de fuego
desnudasteis, desnudamos,
que todo tiene razón
y nombre, aunque no sé hallarlos...

Tantas cosas hay en ti...
No sé si piedras o rayos,
que ya no sé si dormir
para no pensarlo,
si abrir los ojos, velar,
para huir del sueño malo...

(Una vasta mirada)

[José Hierro]

[Fotografía © Saul Leiter]

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