Me he dado cuenta de que eres un verdadero gilipollas integral que no soporto.
Integral. Todo tú.
Que no soporto. Que me pones malo. Que no paro de parir argumentos para repugnarte.
Te recuerdo y me entran ganas de estamparte la cara contra la mesa.
Sigo conociendo cosas tuyas y no hago más que corroborar que eres un capullo y en tu casa lo deben de saber.
Porque eres muy capullo. Salta a la vista. Eres un grandísimo capullo, tanto que, si supieras lo capullo que eres, presumirías de ello.
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