21 febrero 2011

Añicos



[Bibo No Aozora by Ryuichi Sakamoto, Jaques Morelenbaum & Everton Nelson. Endless Flight by Gustavo Santaolalla. BSO 'Babel' dirigida por Alejandro González Iñárritu].

Esta preciosa composición de la BSO de Babel [genial film] en el minuto 4 da un giro sublime...

Y Gustavo Santaolalla toca sus cuerdas...

y con sus cuerdas
me agarra
y me eleva
y en el aire me mueve

colgado
suspendido
allí me quedo

flotando
me sostiene

notas
como gotas
de lluvia serena
de perfume sublime

me desgarra
me desarma
me estremece
me hace añicos

y me sopla
y me reparte
por el cielo

y me entrego

y vuelo



[Fotografía © Eliot Lee Hazel]

18 febrero 2011

Transeúnte - 05



El arte
es rumor de los sentidos
es urgencia en calma

El arte es sospecha

[Fotografía de la pintura: Laura Cano]

Suena el silbato de vapor - 08



El recuerdo anida en los vértices de los huesos ausentes

líquidos olores de electricidad cruda
ovillos de gusanos girando en la nuca
virutas de madera masticando la garganta
espíritus chupópteros punteando el pellejo

se exprimen las calles en sentidos e inercias
en intentos y urgencias de que la mente calle
en farolas y lunas, en soles y sombras

la ciudad
lee en mi piel
latidos
llenos y vacíos

sólida sonora es la presencia de mi silencio hecho carne

me quedo
a esperarme
por si vuelvo

16 febrero 2011

Acariciando aceras - 97



Me estremece
la nieve que olvida
su pasado fluido
agua paciente en su espera
a la llegada del frío
y cuajarse en la flor de la higuera
hasta ser cristales
brillante ojo místico,
universal,
propio y ajeno,
racional
animal
esencia de toda índole.

Y un nombre
que nos niega
si lo digo

Quiero permitirme dejar
mi mirada mirarse
sin obligarse en mi ombligo

Quiero permitirme dejar
ser reloj, números, ritmo
polvo de oro del tiempo conmigo

Ya va sola esta andanza
sabe sonreir al paladar
en los distintos sabores
del arte de amar:
música, poesía, teatro
pintura, escultura y danza

Música



[...] para Franz es el arte que más se aproxima a la belleza dionisíaca entendida como embriaguez. Uno no puede embriagarse fácilmente con una novela o un cuadro, pero puede embriagarse con la novena de Beethoven, con la sonata de Bartok para dos pianos y percusión o con las canciones de los Beatles. Franz no distingue entre la llamada seria y la música moderna. Esa diferencia le parece anticuada e hipócrita. Le gusta tanto el rock como Mozart.

Para él la música es una liberación: lo libera de la soledad, del encierro del polvo de las bibliotecas, abre en su cuerpo una puerta por la que su alma entra al mundo para hermanarse. Le gusta bailar y lamenta que Sabina no comparta esta pasión con él.

Están los dos en un restaurante y mientras comen se oye por los altavoces una sonora música rítmica.

Sabina dice:

- Esto es un círculo vicioso. La gente se vuelve sorda porque pone la música cada vez más alto. Y como se vuelve sorda, no le queda más remedio que ponerla aún más alto.
- ¿No te gusta la música? - le pregunta Franz.
- No - dice Sabina. Luego añade- Puede que si viviera en otra época... - y piensa en el tiempo en que vivía Johann Sebastian Bach, cuando la música era como una rosa que crecía en una enorme planicie nevada de silencio.

El ruido disfrazado de música la persigue desde su infancia. Cuando estudiaba en la academia de pintura, tuvo que pasar unas vacaciones enteras en la llamada Obra de la Juventud. Vivían en unas habitaciones comunes y trabajaban en la construcción de una siderurgia. La música aullaba desde los altavoces a partir de las cinco de la mañana y hasta las nueve de la noche. Le daban ganas de llorar, pero la música era alegre y era imposible escapar de ella, ni en el retrete, ni en la cama bajo la manta, los altavoces estaban por todas partes. La música era como una jauría de perros de presa que hubieran soltado tras ella.

Entonces pensaba que esta barbarie musical sólo imperaba en el mundo comunista. En el extranjero comprobó que la transformación de la música en ruido es un proceso planetario, mediante el cual la humanidad entra en la fase histórica de la fealdad total. El carácter total de la fealdad se manifestó en primer término como omnipresente fealdad acústica: coches, motos, guitarras eléctricas, taladros, altavoces, sirenas. La omnipresencia de la fealdad visual llegará pronto.

Cenaron, subieron a la habitación, hicieron el amor y a Franz se le confundían las ideas en el umbral del sueño. Se acordó de la ruidosa música durante la cena y pensó: "El ruido tiene una ventaja. No se oyen las palabras". Se dio cuenta de que desde su infancia no hace otra cosa que hablar, escribir, dar conferencias, inventar frases, buscar expresiones, corregirlas, de modo que al final no hay palabras precisas, su sentido se difumina, pierden su contenido y se convierten en residuos, hierbajos, polvo, arena que vaga por su cerebro, que le duele en la cabeza, que es su insomnio, su enfermedad. Y en ese momento sintió el anhelo, oscuro y poderoso, de una música inmensa, de un ruido absoluto, un bullicio hermoso y alegre que lo abrace, lo inunde y lo ensordezca todo y en el que desaparezca para siempre el dolor, la vanidad y el nihilismo de las palabras. ¡La música, la negación de las frases, la música, la anti-palabra! Anhelaba estar durante mucho tiempo abrazado a Sabina, callar, no decir ya nunca más una sola frase y dejar que el placer se funda con el estruendo orgiástico de la música. En medio de aquel feliz ruido imaginario se durmió.

[...]

[Extracto de 'La insoportable levedad del ser', de Milan Kundera]

07 febrero 2011

Transeúnte - 04



Colgado del suelo por la gravedad
qué menos da nada, qué más da todo
eres completa y feliz levedad
que se irá de cualquier modo

Nada se templa, todo se cuece
Nada es ruido, todos son nueces

Mi brecha brotando latires
destreza en el vuelo del águila
aquí, sin ires ni venires
aquí, los ojos que el mundo baila

[Fotografía © Aaron Siskind]

04 febrero 2011

Baladí



Fuerte
como el polvo de los huesos con el que caliento las tardes
como el frío del azulejo que sesga la hierba de mi alma
como el paisaje cerámico que araño con mi grito desgarrado
que hace añicos el horizonte naranja que me baña
que agrieta ácidamente los nudos de mi garganta

como este indescriptible sabor que se clava de coronilla a pies
con cada letra
de cada una
de estas palabras que escribo
y que retuercen mi ser

y siento estremecerse
todos los significados
todos los enigmas
todo el universo
dentro de mí

y tiemblo y muero
derrumbándome desde dentro hacia afuera
disolviéndome en la levedad de cada segundo
confundiéndome en cada cosa que me rodea
despareciendo con lo etéreo
dejando de ser en la lógica del tiempo
siendo en la incertitumbre del sentimiento

y
no sé cómo
trémulo
frágil
vulnerable
diminuto
brutalmente estremecido
renazco de nuevo

aquí estoy
dando rostro y nombre
a la más absoluta de las nimiedades

Universos - 09



Los días son incendios en las manos de algún Dios ciego

Universos - 08



A la tormenta se ama porque estremece.

[Fotografía: http://haciendofotos.com/]