Un paladar que no es noche sino
día de sístoles y letras que
te hablan sin vacilar. Como yo te
hablé en las tardes profundas
de isla y nube de menta. En
mi mano arde la hierba y su
vacío es arcilla y un árbol
con frutos, huesos, amor y
miedo. Siempre seremos líquidos
con dosis de vientre ígneo y
vulnerabilidad incipiente.
Si tengo pies, hay camino. Yo
me aliento y si muero, vivo. Te
apuras sin remedio en cada mueca,
en cada muerdo y rasguño. Hambre y
sinceridad que tira y afloja el ombligo
echándote de menos.
Gracias a la que es roja en libros
por su indalo blanco. Si
no es por su curva de luz, por no
irte, me elevaba de huellas.
¿Seguimos el latido? ¿Nadando o
paseando? Estrellas del mar de Jorge y de Alejandro.
2 comentarios:
No sabía quién eras hasta que he obtenido una pista, de un día de campo serrano. Mientras, estuve bicheando por tu blog y me ha gustado, y mucho.
Enhorabuena, tal vez nos veamos en la inauguración.
Gracias! Ya sé quién eres... ;)
Un abrazo y espero verte por allí.
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