Aunque a veces lo sienta, creo que nunca voy demasiado rápido ni demasiado lento.
Y la realidad tampoco.
La vida no corre como un fórmula uno ni repta pacientemente por las arenas ni tropieza ni se desboca ni resbala ni la tengo ni se me escapa.
La llevo a donde quiera que vaya impregnada en la piel.
Somos la misma raíz, el mismo árbol, el mismo fruto.
Maduramos juntos.
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