06 junio 2011

02 junio 2011

Mi cuerpo no es mi límite



Extracto de una entrevista a Alejandro Jodorowsky.

- ¿Somos seres imaginarios?
- Hay una parte real, una esencia, pero el resto, ¡lo creamos en nuestra mente, a través de la mirada de la sociedad, del entorno, la educación, la cultura, la familia!
Es todo eso lo que va creando eso que tú crees ser. Por tanto, no vemos lo que somos: vemos lo que hemos inventado. Lo que somos verdaderamente está en algún lugar dentro de nosotros. Por eso creo que la felicidad consiste en llegar a ser lo que somos. Nos marcan guiones, patrones…Los aceptamos, los seguimos, los cumplimos... y somos infelices.

- ¿La edad es un invento?
- ¿Qué significa tener 73 años? Si tu imaginación quiere que tener 73 años sea ser un viejo, ¡viejo serás! Hay personas que creen íntimamente que morirán a los 65 años –o a la edad que sea –porque es cuando murió su padre o su abuelo y, además, creen que morirán de la misma dolencia. Su imaginación, pues, les programa, ¡y mueren! porque así lo ha prefigurado su imaginación, alguien le metió eso en la cabeza. Es, en fin, un diseño de su propia imaginación. ¡Y solemos ser víctimas de ideas locas!

- Un ejercicio para apartar de mí la 'idea loca' de una muerte temprana.
- Cerramos los ojos y, durante unos minutos, nos imaginamos con 50 años: ¡visualizándonos! Días después, hacemos lo mismo pero imaginándonos con 60 años. Luego, con 70, con 80... con 100 ¡Y con 120!
Y continuamos: con 1.000, con 10.000, ¡con un millón de años! ¿Por qué esclavizarnos a que nuestro cuerpo sea nuestro límite? Mi cuerpo no es mi límite.

- ¿Dónde está el origen de las enfermedades?
- Las enfermedades derivan de desarreglos psicológicos, así que ¡con amaños psicológicos pueden repararse! Los chamanes hacían eso.
Tomo consciencia de mis barreras inmunológicas, mis propias defensas. ¡Y mis defensas están vinculadas a mi mente, a mi imaginación! Eso es sabido.
La imaginación lo puede todo. Nuestro inconsciente nos domina, y el lenguaje del inconsciente está hecho de metáforas, de símbolos. Como el lenguaje del arte. Por eso el arte es curativo.
'Si el arte no cura, no es arte'. La finalidad del arte es sanar. ¡Si el arte no sana, no es arte!

- ¿Y la ciencia?
- La ciencia es un camino, pero limitado. 'La expresión última de tu sistema nervioso es la palabra: si usas palabras agresivas ¡enfermas!'

- Una reflexión, sobre el ego
- 'Es el vehículo sagrado que te lleva. Hay un ego superficial, del vehículo: todo para mí. Y hay un ego profundo: ¡nada para mí que no sea para los otros!'

- Si queremos desarrollar la imaginación, ¿qué podemos hacer?
- Salga de su casa y actúe durante todo un día como si fuera un hombre muy atractivo, con todas sus consecuencias. Otro día, simplemente, actúe todo el día como si fuera una mujer.
Si le parece que tiene usted un cuerpo pequeño, otro día salga de casa sintiéndose grande durante todo un día. Salga de casa como si tuviera 1.000 millones de euros en el banco ¡Pruébelo!
La conclusión: no te cases con ideas, ¡mejor sé como un río!

- ¿Cuál ha sido el motor de la vida de Alejandro Jodorowsky?
- 'La curiosidad' ¿Qué es esto que soy yo? ¡Quiero saberlo! 'Para averiguarlo, he jugado con mi conciencia, para expandirla. Y ahí llega el arte. El arte te abre a otros mundos, a otras miradas, te muta la conciencia', explica.
'Por eso el arte es terapéutico: ¡la enfermedad por antonomasia es la falta de conciencia, y el arte puede curarla!'

- ¿Qué es falta de conciencia?
- Que algo que te ha sucedido y no recuerdas esté marcándote. El trato que te dieron tus padres. Las neuras, obsesiones, maltratos... se transmiten por el árbol genealógico. ¡Tú haces lo que te han hecho! Es como una maldición.
Pero puedes cortarla. Yo llamo a esto 'psicogenealogía'
Si te haces consciente de tus traumas genealógicos, los desactivas. Así curas tu árbol genealógico, dejas de transmitir por él esos errores. Incluso el nombre que te ponen al nacer comporta una carga, un mensaje.
Si le pone a una niña Inmaculada, ¡la niña tendrá que luchar contra el peso de ese nombre, de ser una mujer 'sin mácula' que es lo que hace que el ojo pueda percibir detalles finos, es decir la mácula otorga la agudeza visual!
Es muy interesante estudiar los nombres que más se repiten en un árbol genealógico familiar: ¡explican cosas! Por ejemplo, un árbol genealógico con muchas María (la Virgen) y José (el casto, el castrado) ¡habla de penuria sexual!

[Fuente: Plano creativo]

Suena un tambor



Tal vez, lo que te hace grande
no entienda de cómo y por qué
Tal vez, lo insignificante
se ha visto en un barco de nuez.

Tal vez, lo que te hace grande
no sea difícil de ver.
Tal vez, cada guiño esconda
la llave que intentas tener.

Ya ves, se nos queda grande
y hay riesgo de alarma otra vez
Tal vez, cuando todo amaine
la suerte nos vuelva a vencer.

Y en el vaivén de planes sin marcar
cae sobre ti la bomba universal;
no hay colisión, ni ley, ni gravedad
que te pueda hacer caer aunque tiren a dar.

Tal vez, las paredes ladren
y el techo empiece a correr,
dirán que cayó el gigante
y un charco se ha abierto a tus pies.

Tal vez, lo que te hace grande
no entienda de cómo y por qué
Tal vez, lo que me hace grande
es tenerte delante otra vez.

Y en el vaivén de planes sin marcar
cae sobre ti la bomba universal;
pero no hay colisión, ni ley, ni gravedad
que te pueda hacer caer aunque tiren a dar.

Suena un tambor, retumba en el umbral
viene hacia aquí, me atrae como un imán.

No sé lo qué te hace grande,
no entiendo de cómo y por qué.

Suena un tambor, retumba en el umbral
viene hacia aquí, me atrae como un imán.
Pero no hay ecuación ni formula genial
que te ayude a comprender lo que asoma detrás.

Estar lleno de peces



estar lleno de peces
la habitación furiosa sin sonidos reales
creer en el azul y comprender el blanco
asistir a una frase que se convierte en tigre,
ser a ratos ángel y saber
que estar triste
es un niño pequeño con ganas de reírse

[Isabel García Mellado]

[Fotografía de Martha Graham, bailarina y coreógrafa]

Grabando mi nombre en una bala - 81



Ser capaz de obtener belleza del sufrimiento: Ésa es la mayor riqueza.

[Recados del Minotauro]

[Fotografía © Sanna Kannisto]

Las sobras de esta inmensidad



muchas noches en las plazas
respirando sereno el humo de las flores
unas veces callado como los adoquines del suelo,
otras rebotando con el eco de mi energía
reconstruyendo la ciudad,
reviviendo a la gente que asoma ruidosa a mi encuentro

alimentar los días
que nos quedan por rasgar de este calendario
en el que siempre que miro la fecha es temprano
para abandonar este abrazo que nos damos
sin negarnos las sobras de esta inmensidad

vencer no es suficiente
cuando la derrota es conocida
y compartida

es la hora de merendarnos sin ojos
sin manos, sin piel, sin genitales...
robarnos el corazón
para contemplarnos flotando sin gases, vacíos.

puede que esta verdad sea una mentira
que solamente merezca la pena alargar
hasta que sea demasiado tarde

31 mayo 2011

Escucha interna



fue muy rápido
nada me anticipaba lo que sucedió

algo me agarró los dedos
fue como un grito imperceptible
como un silbato de perros

súbitamente
de la nada vino este impulso
un movimiento digital
rápido, espectacular en la ejecución
inesperado el resultado
como el juego de manos de un mago
para colocar una a una cada pieza
y por sorpresa
leerte ahí

escrita

fue lo más parecido a un acto reflejo
sin sentir nada previamente
sin una imagen que me anticipe
una emoción o un recuerdo

nada

al menos consciente

fue tan corporal
como una necesidad
como la sed
un aviso que salta
porque está programado
para encenderse cuando hay carencias

como una alarma
totalmente integrada

una petición de mi cuerpo
inesperada

esa necesidad de volver a sentir
como catalizas mis procesos

fue como una inspección de seguridad
algo rutinario

un ensayo con medidas muy severas
y poniendo todo al límite

un análisis de funcionamiento
capacidad admisible
abrasión
resistencia
a la absorción
al rallado
estabilidad frente a grandes fuerzas
gravitatorias y centrípetas

toda una reacción nuclear en cadena
que sucede a gran velocidad e intensidad

mi cuerpo lo pidió
y te encontré
no hubo sorpresa

esta conexión...

y ahí estabas
de fondo el triunfo de nuestro proyecto
tu mano izquierda en el pecho
la derecha en movimiento...

escucha interna
...
escucha interna
...
escucha interna
...

hay brazos hidráulicos que inclinan los planos
sin avisar
cómo se concentrará todo la energía en el centro
y así
hacer inevitable el encuentro
y producir el big bang

ahora
una vez más
soy la serpiente
en la vara de Asclepio
y Esculapio

...

otra muda

Las metáforas son peligrosas



[...]

Tomás casi se asustó: sí, recordaba que había hecho el amor con ella en la alfombra [...]¡pero había olvidado por completo la tormenta! Era extraño: podía recordar todas las citas que había tenido con ella, había registrado incluso, con precisión, el modo en que había hecho el amor [...] recordaba algunas frases que ella pronunció mientras hacían el amor [...] hasta se acordaba de cómo era su ropa interior, pero de la tormenta no sabía nada.

Su memoria registraba, de sus historias amorosas, sólo la empinada y estrecha senda de la conquista sexual: la primera agresión verbal, el primer roce, la primera obscenidad que le dijo él a ella y ella a él, todas las pequeñas perversiones a las que había ido conduciéndola gradualmente y las que ella había rechazado. Todo lo demás (casi como con cierta pedantería) había sido eliminado de la memoria. Hasta había olvidado el lugar donde había visto por primera vez a aquella mujer, porque ese instante transcurrió antes de su propio ataque sexual.

La chica hablaba de la tormenta, sonreía al recordarla y él la miraba asombrado y casi sentía vergüenza: ella había vivido algo hermoso y él no lo había vivido con ella. El doble modo en que la memoria de los dos había reaccionado ante la tormenta nocturna contenía toda la diferencia que hay entre el amor y el no-amor.

Al emplear la palabra no-amor, no quiero decir que tuviera una relación cínica con esa chica ni que, como suele decirse, no reconociese en ella más que un objeto sexual [...] No fue él quien se comportó mal con ella, la que se comportó mal fue su memoria que, por su cuenta y sin la intervención de él, la expulsó de la esfera del amor.

Parece como si existiera en el cerebro una región totalmente específica, que podría
denominarse memoria poética y que registrara aquello que nos ha conmovido, encantado, que ha hecho hermosa nuestra vida. Desde que conoció a Teresa ninguna mujer tenía derecho a imprimir en esa parte del cerebro ni la más fugaz de las huellas.

Teresa ocupaba despóticamente su memoria poética y había barrido de ella las huellas de las demás mujeres. No era justo, porque por ejemplo la chica con la que había hecho el amor en la alfombra durante la tormenta era tan digna de poesía como Teresa.

[...]

Su aventura con Teresa había empezado precisamente en el mismo punto en que terminaban las aventuras con otras mujeres. Tenía lugar al otro lado del imperativo que le impulsaba a conquistar a mujeres. No pretendía descubrir nada en Teresa. A Teresa la recibió descubierta. Hizo el amor con ella antes de que le diese tiempo de coger el escalpelo imaginario con el que abría el cuerpo yacente del mundo. Antes aún de que tuviera tiempo de preguntarse cómo sería cuando hiciera el amor con ella, ya
le estaba haciendo el amor.

La historia de amor empezó después: le dio fiebre y él no pudo mandarla a su casa como a otras mujeres. Se arrodilló junto a su cama y se le ocurrió que alguien se la había enviado río abajo en un cesto. Ya dije que las metáforas son peligrosas. El amor empieza por una metáfora. Dicho de otro modo: el amor empieza en el momento en que una mujer inscribe su primera palabra en nuestra memoria poética.

[Fragmento de la novela 'La insoportable levedad del ser', de Milan Kundera]

Dormir



El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien (este deseo se produce en relación con una cantidad innumerable de mujeres), sino en el deseo de dormir junto a alguien (este deseo se produce en relación con una única mujer).

Si el amor debe ser inolvidable, las casualidades deben volar hacia él desde el primer momento.

[Fragmento de 'La identidad', de Milan Kundera]

[Fotografía: Gregory Colbert]