15 marzo 2012

Hojas (IV)

Lo que no le gustaba era aquello que sentía tan propio, tan adentro de sí y no podía ver ni coger ni estirar ni retorcer ni arrojar a la vía para que saltara en mil pedazos al paso del tren.

Como cortar los rayos que abrasan las sábanas y las sogas que ahorcan la almohada.

Ella lo hacía con sólo mirarlo.

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