Llueve por no hablar de la insoportable sensación de ser tan leve
Y se sumerge en corrientes subterráneas para deshacer la nieve
Si hablara desangraría el tiempo y con los planos de su conciencia cubriría de oro la tumba que cavara dentro del asfalto de la ciudad
Mi alma se salva con la inocencia de saberse levedad la misma debilidad y fuerza donde siempre es hoy ahora donde todo muere y nace acaba y comienza a ser verdad
Bajar estratos rastrear los propios subsuelos dejarse arrastrar por los ríos subterráneos sin ningún consuelo
Coger impulso y regresar a la superficie a mostrarse contra cualquier marea rendirse al sol velar todas las lunas nuevas y llenas
Entregar su volátil materia a la mano que empuja el aire renacer su voz dejar brotar las palabras los dientes, las caries
Hablar a los silencios de sus silencios y de sus desaires sembrarse en sí misma con las semillas que traiga el viento
E izar velas y navegar de nuevo saltar al vacío que llevamos dentro
Abandonarse al impulso de las olas
Volver a ser volátil volver al mar
[Escultura: 'Singing ringing tree' de Mike Tonkin y Anna Liu, diseñada con la idea de aprovechar los vientos característicos de la zona donde está ubicada para generar sonidos]
Es el prado fino color verdemar alfombra de tantos ruedos el que lamenta contaminado la fusión en la central
amalgama que engancha y ninguna parte distingue cinta sin fin que no cesa retuerce venas enreda, confunde y ondea a sus anchas
abril de feria animales y carromatos riendas y enganches al desasosiego de un trote que quiere el galope y derrapa en las afueras sobre escombros del ensanche
Imán
Naturales, neutros agudos, directos opuestos que excitan cohesionan, seducen en constante gravitación a las habitaciones con redes a los calles con sábanas a los árboles con bancos
Miradas sin ojos impermeables cuerpos sin cristales estancos que se esculpen en el tótem de los amantes en la espiral de una letra y una canción que cimbrea la hierba del paisaje
El empuje de la gloria obligatoria
[Acrónimo: e.g.o.]
El mar profundo en el que el corazón hundo y giran la nubes
Noria de alegorías negras que se hostigan y rastrean lo mismo
Se engarzan las hebras de achares, afeos sin gracia contiendas ofertas finas que brotan de los guarismos del mando a distancia
Mar que calmado el cielo toca y cae de la bruma espesa y rota revuelca sus olas propias para prenderlas en llamas engulle todo lo que flota
escribe cataclismo con conchas y espuma hace sonar su trompeta agranda su calado señala la luz que no penetra en la oscuridad de su abismo
No somos marionetas en manos del azar. La vida no es un accidente regido por la suerte ni las coincidencias. Por más que nos cueste creerlo, recogemos lo que sembramos. Veamos la vida como un continuo aprendizaje.
Formamos parte de una sociedad materialista, desencantada del mundo en el que vivimos. Por eso, en general solemos creer que nuestra vida es un accidente regido por la suerte y las coincidencias. Es decir, que no importan nuestras decisiones y nuestras acciones, pues en última instancia las cosas pasan por "casualidad". Esta visión nos convierte en meras marionetas en manos del azar.
En paralelo, muchos individuos nos hemos vuelto "nihilistas". No es que no creamos en nada. Simplemente "negamos cualquier significado o finalidad trascendente de la existencia humana". De ahí que orientemos nuestra vida a saciar nuestro propio interés.
Pero ¿realmente la vida es un accidente que se rige de forma aleatoria? ¿Estamos aquí para trabajar, consumir y divertirnos? ¿Acaso no hay una finalidad más trascendente? Lo irónico es que la existencia de estas creencias limitadoras pone de manifiesto que todo lo que existe tiene un propósito, por más que muchas veces no sepamos descifrarlo. No en vano creer que no tenemos ningún tipo de control sobre nuestra vida refuerza nuestro victimismo. Y pensar que la existencia carece por completo de sentido justifica nuestra tendencia a huir constantemente de nosotros mismos.
Es decir, que incluso estas creencias no están ahí por casualidad, sino que cumplen la función de evitar que nos enfrentemos a nuestros dos mayores temores: el "miedo a la libertad" y el "miedo al vacío". Mientras sigamos creyendo que nuestra propia vida no depende de nosotros, podremos seguir eludiendo cualquier tipo de responsabilidad. Y mientras sigamos pensando que todo esto no es más que un accidente, podremos seguir marginando cualquier posibilidad de encontrar la respuesta a la pregunta ¿para qué vivimos?
DEL POR QUÉ AL PARA QUÉ
"El caos es el orden que todavía no comprendemos"(Gregory Norris-Cervetto)
Cegados por nuestro egocentrismo, solemos preguntarnos por qué nos pasan las cosas, en lugar de reflexionar acerca de para qué nos han ocurrido. Preguntarnos por qué es completamente inútil. Fomenta que veamos la situación como un problema y nos lleva a adoptar el papel de víctima y sentirnos impotentes.
Por el contrario, preguntarnos para qué nos permite ver esa misma situación como una oportunidad. Y esta percepción lleva a entrenar el músculo de la responsabilidad. Una actitud mucho más eficiente y constructiva. Favorece que empecemos a intuir la oportunidad de aprendizaje subyacente a cualquier experiencia, sea la que sea.
Y esto es precisamente de lo que trata la "física cuántica". En líneas generales, establece que "la realidad es un campo de potenciales posibilidades infinitas". Sin embargo, "solo se materializan aquellas que son contempladas y aceptadas". Es decir, que ahora mismo, en este preciso instante, nuestras circunstancias actuales son el resultado de la manera en la que hemos venido pensando y actuando a lo largo de nuestra vida.
Si hemos venido creyendo que estamos aquí para tener un empleo monótono que nos permita pagar nuestros costes de vida, eso es precisamente lo que habremos cocreado con nuestros pensamientos, decisiones y comportamientos. Por el contrario, si cambiamos nuestra manera de pensar y de actuar, tenemos la opción de modificar el rumbo de nuestra existencia, cosechando otros resultados diferentes. El simple hecho de creer que es posible representa el primer paso.
LA TEORÍA DEL CAOS
"El aleteo de una mariposa puede provocar un 'tsunami' al otro lado del mundo" (proverbio chino)
Lo mismo nos sugiere "la teoría del caos". Por medio de complicados e ingeniosos cálculos matemáticos "permite deducir el orden subyacente que ocultan fenómenos aparentemente aleatorios". Dentro de estas investigaciones, destaca "el efecto mariposa". Para comprenderlo, un ejemplo: imaginemos que un chico se va un año fuera de su ciudad para estudiar un máster en el extranjero. Y que al regresar a casa entra a trabajar de becario en una empresa. Allí aparece una nueva becaria, a quien sientan a su lado. Nada más verse, los dos jóvenes se enamoran. Y seis años más tarde se casan, forman una familia y viven juntos para siempre.
En este ejemplo, "el efecto mariposa" estudiaría la red causal de acontecimientos que hicieron posible que el chico coincidiera con la chica en un lugar físico determinado en un momento psicológico oportuno.
Al observar su historia detenidamente, comprobamos que el joven decidió estudiar un máster a raíz de la separación con su exnovia, a quien conoció años atrás en una discoteca. Remontándonos a esa noche de fiesta, destaca que el chico decidió salir con sus amigos tras perder una apuesta. Es decir, si no hubiera perdido la apuesta no habría ido a aquella discoteca y, en consecuencia, no habría conocido a su exnovia. Y si esta no lo hubiera dejado, no habría estudiado el máster, que es lo que le permitió entrar a trabajar de becario. Y fue precisamente este empleo el que le posibilitó conocer y enamorarse de la mujer con la que pasaría el resto de su vida. Perder una simple apuesta le llevó a ganar un amor eterno.
LA LEY DE LA SINCRONICIDAD
"Lo que no hacemos consciente se manifiesta en nuestra vida como destino" (Carl Jung)
Nuestra existencia no está gobernada por la suerte ni el azar, sino por "la ley de la sincronicidad". Esta determina que "todo lo que ocurre tiene un propósito". Pero como todo lo verdaderamente importante, no podemos verlo con los ojos ni entenderlo con la mente. Esta invisible red de conexiones tan solo puede intuirse y comprenderse con el corazón.
La ley de la sincronicidad significa que "aunque a veces nos ocurren cosas que aparentemente no tienen nada que ver con las decisiones y las acciones que hemos tomamos en nuestro día a día, estas cosas están ahí para que aprendamos algo acerca de nosotros mismos, de nuestra manera de disfrutar la vida".
De ahí que mientras sigamos resistiéndonos a ver la vida como un aprendizaje, seguiremos sufriendo por no aceptar las circunstancias que hemos cocreado con nuestros pensamientos, decisiones y acciones. No existen las coincidencias. Tan solo la ilusión de que existen las coincidencias. De hecho, "la ley de la sincronicidad" también ha descubierto que "nuestro sistema de creencias y, por ende, nuestra manera de pensar determinan en última instancia no solo nuestra identidad, sino también nuestras circunstancias".
Por ejemplo, que si somos personas inseguras y miedosas, atraeremos a nuestra vida situaciones inciertas que nos permitan entrenar los músculos de la confianza y la valentía. Así, los sucesos externos que forman parte de nuestra existencia suelen ser un reflejo de nuestros procesos emocionales internos. De ahí la importancia de conocernos a nosotros mismos.
LA LEY DEL KARMA
"Cada uno recoge lo que siembra"(Buda)
Si bien la "física cuántica", "la teoría del caos", el "efecto mariposa" y "la teoría de la sincronicidad" son descubrimientos científicos llevados a cabo en Occidente a lo largo del siglo XX, lo cierto es que no tienen nada de nuevo. En Oriente se llegó a esta misma conclusión alrededor del siglo V antes de Cristo. Según los historiadores, por aquel entonces se popularizó "la ley del karma", también conocida como "la ley de causa y efecto".
La ley del karma afirma, en esencia, que "todo lo que pensamos, decimos y hacemos tiene consecuencias". De ahí que en el caso de que cometamos errores, obtengamos resultados de malestar que nos permitan darnos cuenta de que hemos errado, pudiendo así aprender y evolucionar. Y en paralelo, en el caso de que cometamos aciertos, cosechemos efectos de bienestar que nos permitan verificar que estamos viviendo con comprensión, discernimiento y sabiduría.
Esta es la razón por la que los sucesos que componen nuestra existencia no están regidos por la "casualidad", sino por la "causalidad". Según "la ley del karma", cada uno de nosotros "recibe lo que da", lo que elimina toda posibilidad de caer en las garras del inútil y peligroso victimismo.
PARA 'VER' LA CAUSALIDAD 1. LIBRO
- 'El misterio de las coincidencias', de Eduardo Zancolli y Deepak Chopra (RBA). Un libro que expone de forma clara los últimos descubrimientos acerca de las leyes que rigen las causalidades de la vida. Según los autores, lo que nos sucede tiene la función y la finalidad de que aprendamos y evolucionemos.
2. SERIE
- 'Perdidos', de Jack Bender y otros directores. Un grupo de seres humanos sobrevive a un accidente de avión en una misteriosa isla. La trama gira en torno a la función que tiene el destino en sus vidas. Todos ellos se verán confrontados con las decisiones que tomaron en su pasado, viendo la manera de aprender y redimirse en el presente.
3. CANCIÓN
- 'Karma police', de Radiohead. El nombre proviene de una broma de los miembros de la banda, quienes frente a cualquier conducta indebida a lo largo de la gira de su disco 'OK computer', en 1997, bromeaban y decían: "No importa, tarde o temprano, al responsable se lo va a llevar la policía del karma".
[Fuente: www.elpais.com]
Para mí la canción que mejor ilustra este artículo de 'El país' es esta del genial Jorge Drexler, 'Todo se transforma'.
Tu beso se hizo calor, luego el calor, movimiento, luego gota de sudor que se hizo vapor, luego viento que en un rincón de La Rioja movió el aspa de un molino mientras se pisaba el vino que bebió tu boca roja.
Tu boca roja en la mía, la copa que gira en mi mano, y mientras el vino caía supe que de algún lejano rincón de otra galaxia, el amor que me darías, transformado, volvería un día a darte las gracias.
Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da, nada es más simple, no hay otra norma: nada se pierde, todo se transforma.
El vino que pagué yo, con aquel euro italiano que había estado en un vagón antes de estar en mi mano, y antes de eso en Torino, y antes de Torino, en Prato, donde hicieron mi zapato sobre el que caería el vino.
Zapato que en unas horas buscaré bajo tu cama con las luces de la aurora, junto a tus sandalias planas que compraste aquella vez en Salvador de Bahía, donde a otro diste el amor que hoy yo te devolvería......
Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da, nada es más simple, no hay otra norma: nada se pierde, todo se transforma.
Mi reino vivirá mientras estén verdes mis recuerdos. Cómo se pueden venir nuestras murallas al suelo. Cómo se puede no hablar de todo aquello. El viento no escucha. No escuchan las piedras, pero hay que hablar, comunicar, con las piedras, con el viento.
Hay que no sentirse solo. Compañía presta el eco. El atormentado grita su amargura en el desierto. Hay que desendemoniarse, liberarse de su peso. Quien no responde, parece que nos entiende, con las piedras, con el viento.
Se exprime así el alma. Así se libra de su veneno. Descansa, comunicando con las piedras, con el viento.
[...] gran persona[je] que vivió cómo y lo que quiso, y que tenía un punto de vista de las cosas muy enriquecedor por la excentricidad que caracterizaba a todo lo que expresaba [...]
[...] esté donde esté, hoy día seguirá nutriendo lo que le rodea con su particular manera de ser y estar [...]
--- me dijo 'la mujer es la que elige al hombre, la que liga, la que hace que el hombre se enamore de ella. E incluso hace creer al hombre que es él el que lo hace'.
Hoy, me encuentro con que el gran Alejandro Jodorowsky dice 'La conquista que hace el macho es provocada o consentida por una hembra hábil. El cazador muchas veces es la presa'.
[...] Y yo lo siento en los portales escritos con los labios en las sábanas más estrechas en las barras del cielo en las aceras de seda en las costuras de los árboles en las cortezas de los asientos traseros en las estrellas de los bares en los mensajes oscuros y solitarios [...]
No sé cómo de pronto llega saltan las astillas de mi momento y ya...
ya estoy inmerso en mi profundidad me sumerjo y sobre mí ese peso del instante denso que lentamente cae dividido en mil instantes y se clavan como barrotes cortina a cortina muy hondo e intenso y me hacen preso
Y me vuelvo lámina reclamo del viento se concentra mi sustancia en miles de planos me voy laminando
Todo se reduce a nada mis rocas se hacen piedras y éstas, blanda tierra y ahora arena acabo en agua que fluye... fluyo!
Y termino en nada
Nada
Y se desangra el tiempo
Y sólo queda derramar lo que me brota al abrigo de mi mar que es este amor este silencio
Se arropa el valle y la montaña con el frío del color que empaña el de la pólvora el de plata que se apaga en mate y mata de transeúntes la calle
Se siembra con el brío de vivas corrientes la tierra y los bordillos y corren canales intermitentes como truchas en los ríos
Salpica el carnaval con celo sus carcajadas de goma y elástica felicidad pintada.
Se prenden las hogueras de gente con tréboles de la suerte y disfrutan los duendes con los hongos incipientes
de la tierra recién mojada con reflejos transparentes que resucitan los verdes para elevarse hasta el cielo.
Cientos de miles de millas de brotes de soja y cristales en chasquidos contra al suelo y lamen las pestañas y penetran las gargantas de las alcantarillas
Señales que cantan el tráfico para nadie el torso de las aceras son el espejo del humor del día y rugen los flashes del felino que nos cubre con su manta
Inclina el viento con inquina las farolas, los sombreros se rizan los rizos los remolinos de los cabellos de todas las esquinas
se limpian de ruidos las avenidas las patas que se lamentan una vez metidas las idas de las azoteas contaminadas de ladridos
reviven los tejados celebran los nidos la ausencia de ruedas se apaciguan los rojos semáforos de fuego acelerado
se aclaran para que veas los humos de las cabezas con cara de ladrillo de corazones y chimeneas
se lava todo pieles, carne, hueso se filtra el recuerdo salitre del beso de procedencia marina
las almas descorren las cortinas se despliegan y al viento se estiran
El corría, nunca le enseñaron a andar, se fue tras luces pálidas. Ella huía de espejismos y horas de más. Aeropuertos. Unos vienen, otros se van, igual que Alicia sin ciudad.
El valor para marcharse, el miedo a llegar.
Llueve en el canal, la corriente enseña el camino hacia el mar. Todos duermen ya.
Dejarse llevar suena demasiado bien. Jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar... o empezar.
Un instante mientras los turistas se van. Un tren de madrugada consiguió trazar la frontera entre siempre o jamás.
Llueve en el canal, la corriente enseña el camino hacia el mar. Todos duermen ya.
Dejarse llevar suena demasiado bien. Jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar... o empezar.
Ella duerme tras el vendaval. No se quitó la ropa. Sueña con despertar en otro tiempo y en otra ciudad.
Dejarse llevar suena demasiado bien. Jugar al azar, nunca saber dónde puedes terminar... o empezar.